Un pueblo revolucionado pero cálido
Costó encontrarlo, sí. Si hasta hubo que hacer algunas paradas en la ruta para preguntar cómo llegar debido a que en la señalización de la ruta no se lo encontraba. Hasta que por fin, después de mucho andar unos pocos kilómetros después del reconocido pueblo Pehuajó, apareció un cartel: "Bienvenidos a Carlos Casares". El destino de la final era ese. Allí ya estaba Desamparados desde la tarde anterior esperando el encuentro trascendental. Y al llegar, nos recibió el silencio y la soledad de un pueblo de 18 mil habitantes, donde la tranquilidad y la calidez son sus características principales.
Los lugareños, no se cansaron de mostrar su solidaridad con los sanjuaninos. El presidente se hizo presente en la mañana para charlar con la numerosa prensa sanjuanina y ayudar en lo que hiciera falta. Los vecinos amables, como cualquier pueblerino del interior. Y las casas, todas con un estilo moderno y particular. Una nueva sorpresa sucedió en el ingreso mismo a la cancha, cuando un jugador de Agropecuario se dirigía caminando con bolsito en mano rumbo a la cancha para jugar su primer final por el ascenso. Para ellos no hubo concentración ni mucho menos. Y no porque no puedan sino porque están acostumbrados a manejarse así. El predio del estadio es de 17 hectáreas. Siete canchas auxiliares y un hotel en construcción. Vestuarios de primer nivel. Agropecuario tiene todo para ser un club del interior con cuatro años de existencia. Quizás la deuda son las tribunas.
