El 2019 arrancó con otro duro golpe para la familia Navas Vázquez, de San Juan, que en dos años perdió a tres de los seis miembros que la conforman. El domingo pasado falleció Américo, uno de los hijos varones de 37 años que vivía en Misiones, luego de salvarles la vida a sus hijos que fueron arrastrados por la corriente de un río. Dos años antes falleció su hermano mayor, de 42 años, tras sufrir inesperadamente un paro cardíaco. Mientras que hace seis meses murió el padre de ambos, a raíz de los reiterados ACV que sufrió en los últimos tiempos. Pese al dolor y la tristeza por estos hechos tan recientes, Lidia Vázquez habló con DIARIO DE CUYO (no quiso que le hicieran fotos) y dijo que se aferra a su fe en Dios para poder superar la muerte de su esposo y de sus hijos.

"No hay palabras para describir el dolor y la tristeza que siento en el corazón. Es como si me fuera muriendo de a poco. Aún no me recupero de la muerte de mi hijo mayor y del compañero de mi vida y ya tengo que llorar otra pérdida. Pero voy a seguir de pie, por las dos hijas que aún están conmigo, y por mis nietos que vieron morir a su padre". Con estas palabras, Lidia Vázquez comenzó a hablar sobre los trágicos hechos que marcaron a su familia. Lo hizo desde la casa de su hermana en donde se refugió desde que se enteró de la muerte de Américo el pasado 6 de enero. Dijo que no viajó a Misiones porque se siente "muy mal y sin fuerzas" para consolar a nadie. "Creo que no resistiría ver la carita de mis nietos sin ponerme a llorar y sé que eso les haría peor todavía. Mi vida es muy triste, pero sigo adelante", dijo la mujer.

Lidia recordó que su sufrimiento arrancó hace dos años cuando José, su hijo mayor, sufrió un paro cardíaco inesperado, ya que era un hombre sano, y falleció tras no resistir la cirugía que le practicaron de urgencia. Continuó en junio pasado, con la muerte de su esposo a los 80 años, y como consecuencia de un ACV que lo tuvo agonizando unos cuantos días. Sostuvo que aún no se recuperaba del dolor de estas pérdidas cuando le tocó vivir la más trágica de todas. La muerte de Américo, el menor de sus hijos varones. "Supe que había ido a pasear con su esposa y sus dos hijos a un camping en Ituzaingó, en Corrientes. Los niños se metieron al agua y los arrastró una correntada, entonces Américo se metió al río para salvarlos. Salvó a mis dos nietos y a otro niño desconocido que también estaba en peligro. Américo murió como un héroe y también siendo solidario y de buen corazón como fue en vida. Dios sabía a quién se estaba llevando", dijo la mujer sin poder contener las lágrimas.

Lidia describió a su hijo como "un ser de luz", de gran corazón y sin maldad, capaz de ayudar a cualquiera que lo necesitara, aunque no lo conociera. También lo definió como un hombre familiero y feliz que contagiaba alegría. "Hace más de 12 años que se fue a Misiones para estudiar Genética y Biología. Allí se casó con Rosina y formó su familia. Nos veíamos poco, pero todos los días me llamaba o enviaba un mensaje. Por suerte Dios me dio la oportunidad de despedirme de él. Viajé a Misiones para pasar las Fiestas con su familia. Estuvimos 10 días juntos y lo vamos a seguir estando. Cremaron su cuerpo y mi nuera me enviará unas poquitas cenizas. Las voy a colocar junto a la tumba de su padre para que sigan tan unidos como siempre", sostuvo.

Por ahora, Lidia se quedará en la casa de su hermana para no estar sola. Dijo que sus dos hijas viajaron a Misiones para contener a sus sobrinos y su cuñada, en el comienzo forzoso de una nueva vida.

Un acto de heroísmo con final desesperado

 

El pasado 6 de enero, día de los Reyes Magos, Américo Navas visitó un camping en Ituzaingó, Corrientes, para pasar un día de picnic junto a Rosina, su esposa, y sus hijos Brisa, de 11 años, y Hugo, de 7. Allí los sorprendió la tragedia.

Los chicos se metieron al río Paraná para refrescarse, pero fueron arrastrados por la corriente. Américo se arrojó al agua y los rescató a ambos y a otro niño que también estaba en peligro. Los tomó de a uno y los tiró hacia la orilla. Cuando intentó salir, la corriente lo arrastró. En ese momento su esposa intentó rescatarlo y no pudo. Alcanzó a tomarlo de la mano, pero se le resbaló y no alcanzó a sostenerlo. Américo desapareció en el agua y luego fue rescatado, pero ya sin vida.

Por ahora, Rosina y sus dos hijos están con asistencia psicológica para poder superar el trauma de ver morir a su esposo y padre sanjuanino.