Desde las 4.30 el aroma a almíbar y esencia de vainilla impregna la vereda Norte de calle Rivadavia a metros de Mendoza. Proviene del un local que a esa hora aún permanece cerrado al público, pero que en su interior se encuentra en pleno trabajo. Se trata de la Confitería El Molino, una fábrica de facturas que hace unos días cumplió 78 años de vida y que mañana recibirá el Probus al Mérito, un premio que entrega el Probus Club San Juan a las empresas y personas que se destacan por su labor.

Lo primero que hace Jorge Gilyam es hacer unos ejercicios de brazos antes de comenzar su tarea. Es uno de los encargados de cargar la amasadora con los ingredientes para sacar la primera tanda de las 5.000 facturas y masas finas que se elaboran por día.

Las cortan y arman a mano una por una, porque pese a los avances de la tecnología, aún no se inventaron máquinas para armar medialunas.

La Confitería El Molino se inauguró el 18 de octubre de 1935, en un local de calle Rivadavia, frente a la Plaza 25 de Mayo. Allí funcionó hasta enero del ‘44, cuando hubo que demoler el edificio por los daños que le provocó el terremoto. Pero la fábrica no desapareció. Reabrió sus puertas al mes siguiente en calle Rivadavia antes de Jujuy.

Desde entonces funcionó en distintas lugares hasta que en 1952 sus propietarios cumplieron el sueño de contar con un salón propio, en calle Rivadavia 81 Oeste, donde funciona actualmente. Hoy cuenta con sucursales en Rawson y Desamparados.

Además de El Molino, mañana también recibirán el Probus al Mérito la Escuela SARM, Ana María Oro (fundadora del Coro de Niños de la UNSJ) y Guitarras de Artesanía Vidala.