Mientras Daniel Vicentela terminaba de acomodar las últimas cosas que quedaban dentro de la que fue su casa, su suegra Antonia, tomó de la mano a su hija María y la llevó hasta una silla, para que pudiera tomar un té.

María, discapacitada y con una seria enfermedad mental, es la esposa de Daniel. Todos habían pasado la noche a la intemperie, con los muebles amontonados en la vereda, porque una orden de desalojo del Juzgado de Paz de Chimbas, los obligó a dejar la vivienda que está sobre calle Urquiza, frente al estadio Aldo Cantoni y en la que vivieron poco más de dos décadas.

‘Este terreno se lo prestaron a mi madre, de palabra. Hicimos la casita y vivimos 22 años. Pero cuando quise hacer la posesión veinteañal, apareció un señor, pagó los impuestos y ahora se queda con todo. Y nosotros no tenemos adónde ir‘, se lamentó Daniel.

El hijo de Daniel y María, ayer no fue a la escuela, porque se quedó con el resto de la familia, apostado en la vereda. La familia desalojada está compuesta por María, su marido, su madre y su hijo de 11 años.

El oficial de justicia que los notificó del desalojo, les avisó que iban a mandar una topadora para demoler la vivienda. ‘Estamos inscriptos en el IPV hace 11 años y nunca tuvimos suerte. Lo único que pido es que nos den una mano, porque necesitamos una casa‘, dijo el hombre, que mantiene a su familia con sus changas de electricidad y albañilería. Por la discapacidad de su esposa, también recibe una pensión.

Ayer recibieron la visita de Daniel Tripolone, titular de Emergencia y Asistencia Social, quien les ofreció la posibilidad de alquilar una casa en forma temporal (ver aparte).

‘Solamente un vecino se acercó para ver si necesitábamos algo. No puedo tener a mi esposa en la calle. Por eso estoy pidiendo ayuda‘, aseguró Daniel.