El reencuentro. Ayer los efectivos policiales visitaron a Isac en el Hospital Rawson. Durante la visita no pararon de mirarlo y hacerle cariño al pequeño que en ningún momento se despertó de su siesta.

 

 

Les tembló la voz cuando contaron cómo fue el instante más duro, pero a la vez no pudieron borrar la sonrisa al recordar el momento. Y sabiendo, con humildad, que fueron protagonistas de un hecho heroico se mostraron felices porque la historia tuvo un final feliz. Así, Diego Olmos (32) y Miguel Recabarren (22), dos policías que trabajan en el puesto de El Encón, contaron que le salvaron la vida a un bebé de 3 meses, gracias a que le practicaron RCP. Los efectivos dijeron que salvarle la vida al bebé fue como reivindicar su profesión que siempre es tan vapuleada por los ciudadanos. "Nos meten a todos en la misma bolsa por las cosas malas que hicieron algunos. Hay policías que hacemos mucho", dijo Diego. Hasta ayer Isac Quiroga, el pequeño que nació prematuro y que recién pesa 3.320 kilos, permanecía internado en observaciones, pero estaba fuera de peligro.

Los policías se volvieron héroes el domingo al mediodía, pero recién ayer se dio a conocer el caso. Aún no podían creer que su accionar había sido clave para la vida del bebé. "Yo tengo dos hijos y cuando me encontré en esa situación me puse en el lugar de los padres y sólo pensé en ayudar", dijo Diego y comentó que todo comenzó cuando la mamá de Isac llegó desesperada al puesto. "Llegó con el bebé en brazos gritando que no respiraba. Estaba moradito y helado. Fue desesperante", agregó Miguel y comentó que a él lo único más extraño que le pasó en sus años de policía fue asistir a un parto.

"No me va a alcanzar la vida para agradecerles. Gracias a ellos mi bebé está con vida".
MAYRA RODRÍGUEZ    Mamá de Isac

En medio de los gritos desesperados de los papás, los policías comenzaron a hacerle masajes en el pecho para tratar de que volviera a respirar. "Su cuerpito es tan pequeño que le hacíamos la reanimación con dos dedos, por miedo a lastimarlo. Nos subimos de inmediato a la camioneta y decidimos trasladarlo. Yo manejaba, mi compañero trataba de comunicarse con la ambulancia y los papás iban en el asiento de atrás con el bebé", agregó Diego. Este policía comentó que para él todo fue una revancha porque hace unos años quiso reanimar a una mujer tras un accidente, pero no tuvo la misma suerte, pues la señora falleció. "Siempre dicen que los policías somos malos, pero estos casos sirven para mostrar que no es así", agregó el otro efectivo.

En la movilidad, en la que hicieron más de 65 kilómetros hasta que se cruzaron con una ambulancia, los segundos pasaron lentos. Los gritos desesperantes de los papás y los nervios hicieron que los policías debieran llevar calma. "Mientras íbamos en la camioneta el bebé volvió a quedar sin respiración y nosotros le indicábamos al papá qué hacer. En un momento el padre lo movía para todos lados y hasta le golpeaba la carita para que reaccionara. Sumado a eso a la mamá le empezó a sangrar la nariz de los nervios", agregó Miguel y dijo que nunca se imaginó pasar por una situación como esa. Ellos se encargaron del traslado hasta el hospital de Caucete y debieron volver al puesto policial. "Pasamos casi 12 horas sin saber cómo estaba el bebé. Cuando nos contaron fue la alegría más grande que pasamos", concluyó Diego.