Julián Domínguez afirmó que, “como hombre del interior´´ aspira a quedarse con la vicegobernación de Buenos Aires a partir de octubre, en una eventual fórmula encabezada por el bien rankeado Daniel Scioli en la reelección. Sin embargo, el actual titular de Agricultura supeditó su arribo al sillón a la decisión de la Presidenta: “quien decide cuáles son los lugares que debemos ocupar es quien conduce´´, dijo ayer en declaraciones al diario Tiempo Argentino. Domínguez viene envalentonado por el acto en el Luna Park hace unos días, organizado por la Corriente Agropecuaria Nacional y Popular (CANPO) que lo apoya, y al cual asistió la presidenta Cristina Fernández. Por eso es que el blanqueo de sus intenciones fue interpretado ayer en algunos sectores como una “presión” de presidencia de ubicar a alguien de su propio riñón en la lista del principal distrito electoral. Es que si bien el sciolismo da vuelo a candidatos propios, estos quedarían opacados por el “dedo mágico´´ de la Presidenta, que podría imponer a alguien en una eventual lista. La vicepresidencia bonaerense -presidencia del Senado de ese distrito- es un lugar muy codiciado y estratégico. El lugar fue asumido por Alberto Balestrini quien tras su enfermedad fue reemplazado por Federico Scarabino. Entre los hombres que están tras esa fórmula están el ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien actualmente participa del armado político en ese distrito; Mario Oporto, ministro de Educación bonaerense con buena llegada a los K; el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, y un nombre que no había asomado hasta el momento: Cristian Breitenstein, intendente de Bahía Blanca y de muy buena medición y conocimiento en el Sur provincial.
