Como en cualquier día normal, Manuel Muñoz (75) salió cerca de las 8,30 de su casa, en Santa Lucía, para ir a trabajar a la finca. Saludó a Kevin, su Boxer de 3 años, y subió al tractor. Pero, de golpe, el animal comenzó a morderlo. Inmediatamente su esposa, Hilda Gabri (72), trató de defenderlo y también fue atacada. El perro siguió mordiéndolos hasta que llegó un policía y le disparó 2 veces para frenarlo. El animal se fue al fondo, pero regresó y volvió a morder a la mujer, entonces el efectivo le disparó una vez más. Sin embargo, el perro se lanzó sobre la pierna del policía y le clavó los dientes, por lo que él le disparó los 3 últimos tiros. Aún después de que el efectivo descargara casi medio cargador sobre él, el animal logró moverse hasta terminar tendido bajo el patrullero. Los ancianos fueron llevados al Hospital Rawson, donde recibieron varios puntos de sutura.

“Mi marido retó al perro para que no saliera por el portón. Él se enojó, lo tomó del pantalón y le dejó un moretón. Entonces lo reté yo. Fue cuando se me vino encima. Mi marido se bajó del tractor para defenderme y Kevin empezó a morderle las piernas y un brazo. Manuel cayó y se golpeó con los arados del tractor. En ese momento, el perro volvió para morderme a mí y fue cuando llegó el policía”, contó Hilda desde la camilla, llorando. Y agregó que “yo le pedí a gritos al policía que lo matara. Él le tiró dos tiros para que me soltara y el perro se fue al fondo. Pensábamos que se había terminado todo, pero el perro volvió y me mordió de nuevo. Entonces el policía le disparó un tiro más y el perro lo agarró de la pierna a él. Después le dio los otros 3 tiros”.

Tras el incidente, los ancianos fueron trasladados al Hospital Rawson. A Manuel le dieron puntos en las dos piernas y en una herida con desgarro que tenía en el tobillo izquierdo. Mientras que a su mujer tuvieron que suturarle una herida con desgarro en su pantorrilla izquierda y el brazo izquierdo. El policía sólo sufrió heridas leves.

Los efectivos pidieron la autorización de la familia para llevar el cuerpo del animal a los veterinarios de la Municipalidad con el fin de que le hicieran estudios, ya que no saben qué fue lo que generó la violencia. Al respecto, Hilda contó que “el perro vive con nosotros desde que era cachorro. Lo tuvo una perra de mi hijo y él nos lo regaló. Yo le dije que no quería un perro grande, pero mi hijo me explicó que por la inseguridad es necesario tener un perro que inspire respeto. Kevin siempre fue bueno con nosotros”. Y agregó que “tenía todas las vacunas, yo le hacía de comer todos los días y me aseguraba de que siempre tuviera agua limpia para tomar, lo cuidábamos mucho. No entendemos qué fue lo que le pasó”.