Lágrimas, rezos, abrazos. Hace exactamente un año, esto es lo que vivió un contingente de sanjuaninos, entre los que iban excombatientes y funcionarios, en el Cementerio Darwin, en Malvinas. Fue un día histórico por donde se lo mire ya que por primera vez un grupo de veteranos pasaba un 2 de abril en el sitio donde están sepultados los soldados argentinos que combatieron en 1982. De todo esto fue testigo DIARIO DE CUYO, que acompañó al grupo y realizó una cobertura exclusiva.
Viajaron el ministro Emilio Baistrocchi y Elena Peletier, de Relaciones Institucionales.
Fue un viaje histórico ya que excombatientes sanjuaninos regresaron a Malvinas por primera vez luego de la guerra. Pero además, fue la primera vez que veteranos argentinos estaban un 2 de abril en las islas, luego del conflicto bélico. Algo que el país pudo ver en vivo y en directo a través de una videoconferencia que se realizó con el gobernador Sergio Uñac, impulsor del viaje. Algo que se reiteró en varias oportunidades durante el viaje.
Este fue el único medio que acompañó a los 25 hombres. Entró en sus vidas, compartió sus recuerdos y escuchó relatos. Durante los 8 días de estadía en Malvinas pudo ver de cerca cómo los excombatientes se reencontraron con un capítulo en sus vidas que todavía duele, pero que a partir de ese viaje comenzó a cerrar. Pero además implicó conocer una tierra que está cerca pero a la vez es desconocida para la mayoría de los argentinos.
Este fue un viaje en el que se mezclaron sensaciones. Inclemencias climáticas que postergaron más de una vez la llegada a las islas, la ansiedad por no saber cómo iba a ser el recibimiento por parte de los isleños y la alegría, para muchos, de haber cumplido el sueño del retorno a Malvinas, tras 34 años.
Diario de Cuyo relató cada día de la travesía. Los tres días en colectivo hasta Punta Arenas, Chile, la semana que el grupo estuvo anclado en ese lugar porque el temporal no permitía que el avión aterrizara en Malvinas y la estadía de 8 días en las islas. El desafío fue plasmar las múltiples emociones que experimentaron los excombatientes. A su vez, relatar los hechos de un viaje que marcó historia.
Penetrar en la cultura malvinense fue un capítulo a parte. No sólo a nivel periodístico. Para los veteranos también fue un desafío. Estar en un sitio donde desde el idioma hasta la moneda es diferente, las costumbres, la educación, la diversión y hasta la mano por la que hay que conducir un vehículo son distintas.
Caminar por las calles empinadas con el viento helado que penetraba los huesos, o subir los montes, cubiertos de neblina donde los soldados libraron las más sangrientas batallas, implicó adentrarse una pizca en lo que significo para quienes, con poco más de 18 años, tuvieron que combatir en las islas hace 35 años. Observar los campos de batallas, intentar que la memoria fuese capaz de registrar cada detalle porque el viento, la niebla, la lluvia y la nieve, (todo casi al mismo tiempo), hacían imposible el uso de un grabador, realizar anotaciones en un cuaderno.
Periodísticamente fue una bisagra, tal como sucede cuando está la oportunidad de ser testigo y de relatar luego todo hecho que marca historia. Personalmente, el impacto no fue menor. Encontrarse con las islas, palparlas, descubrir que, aunque nada es argentino allí, hay algunos pubs que se animan a poner temas de Soda Stereo reconfortó el alma.