El dato circulaba entre los vecinos de Angualasto y llegó hasta el municipio de Iglesia: un hombre, oriundo de Buenos Aires, se dejaba ver bastante seguido en una 4×4 y preguntaba por la historia y la riqueza arqueológica de las zonas cercanas. Fue entonces que decidieron ver de qué se trataba y, tras un operativo orquestado por la Municipalidad, la Subsecretaría de Cultura provincial y Gendarmería Nacional, terminaron deteniendo a ese hombre en plena cordillera, ya que llevaba consigo varias puntas de flecha y herramientas para extraer esa clase de elementos, sin tener ningún tipo de permiso para hacer exploraciones científicas en el lugar. Según entienden las autoridades, todo indica que se trata de un coleccionista que tendría muchas piezas guardadas en Buenos Aires, donde ahora empieza a apuntar la investigación judicial, por ser el robo de patrimonio arqueológico un delito federal, contemplado en la ley 25.743.
No es la primera vez que Iglesia es el escenario de robos y saqueos del patrimonio dejado por los aborígenes de las culturas originarias. En los últimos tres años hubo varias promesas por proteger la localidad Angualasto, incluso alambrando los campos, aumentando la vigilancia y hasta creando un centro de interpretación bien custodiado, porque constantemente desaparecen puntas de flecha, cacharros, petroglifos y hasta restos óseos de esa zona tan rica en tesoros históricos. Y un hecho de fuerte carga simbólica sucedió en marzo pasado, cuando volvieron a colocar en su lugar un enorme petroglifo que un particular se había llevado a su finca.
Pero esta vez sucedió en plena cordillera iglesiana, mucho más arriba de Malimán. Alertados de que debían buscar una Toyota Hilux gris, los responsables del operativo encontraron mucho más de lo que esperaban: el conductor, de Buenos Aires, iba con dos baqueanos de la zona y regresaba con puntas de flecha aparentemente sacadas de la montaña. En la caja de la camioneta también había palas, picos, cucharas de albañil y hasta un detector de metales, ya que habían estado cerca del camino a la mina El Fierro. Con todos esos indicios de que se encontraban frente a un robo de patrimonio, y dado que el hombre no tenía ningún permiso oficial para hacer exploraciones, él y los baqueanos quedaron detenidos el viernes pasado en la seccional policial de Las Flores. Anoche se esperaba que fueran trasladados a San Juan, para ser procesados por el juez federal Leopoldo Rago Gallo.
Más allá de lo que encontraron, algo que la gente del operativo consideró como pruebas de la comisión flagrante de un delito, había en la carga del hombre un objeto que lo compromete mucho más aún: su propia cámara de fotos. Según revelaron, la memoria de la máquina contiene imágenes de algo que parece ser un depósito de piezas arqueológicas que el hombre posee en Buenos Aires. Cómo llegaron hasta allí esas piezas y si iban a ser comercializadas en el mercado negro será un eje fundamental en la investigación, de la mano de otro dato vertebral: el hombre ya tenía antecedentes y hasta un pedido de captura por causas similares, según dijeron quienes lo detuvieron.
Al frente del operativo estuvieron Juan Amicarelli, director de Cultura de Iglesia; el guardaparques Alejandro Carrizo y los gendarmes Oscar Pucheta y Juan Manuel Balada. Todo fue coordinado con la Subsecretaría de Cultura de la provincia, autoridad de aplicación en la custodia del patrimonio, y desde donde salió la orden para ir de inmediato a la cordillera a seguir al presunto ladrón, para poder interceptarlo antes de que el daño a los reservorios de las culturas aborígenes fuera irreversible.

