Especialistas temen que los médicos y socorristas que brindan ayuda en Haití deban afrontar varias amenazas en las próximas semanas. Una de ellas es la posibilidad de hallar sobrevivientes atrapados bajo los escombros. Esperan también atender casos de diarrea, provocada por agua sucia. La diarrea puede ser tratada con agua limpia reforzada con sal y azúcar, pero esta no estará disponible, por lo que muchos pacientes ancianos e infantiles podrían morir rápido. Son frecuentes también las heridas infectadas provocadas por el terremoto. Antibióticos y vendajes limpios pueden ayudar, pero no hay manera de distribuirlos y los hospitales y farmacias han sido destruidos. También hay temor de que surjan brotes de infecciones como el cólera, provocados no por los cadáveres, sino por la contaminación del limitado suministro de agua. El Comité Internacional de la Cruz Roja estima que hay cerca de tres millones de personas heridas o sin techo. La Organización Panamericana de la Salud cita “varias fuentes´ que estiman que hay entre 50.000 y 100.000 personas muertas. Ruxin y la OPS dijeron que en el largo plazo, deberían construirse hospitales que resistan desastres, con cimientos robustos para mantenerlos operativos. El médico Jon Andrus de la OPS dijo que los cuerpos no representan una amenaza a la salud y que un sepulcro apropiado puede aliviar la angustia mental que ciertamente afecta a los sobrevivientes. En tanto, Estados Unidos anunció la llegada de los primeros médicos especializados, y también algunas organizaciones no gubernamentales trataron de erigir sus puestos tras los escombros. No obstante, los médicos sostienen que esta ayuda es insuficiente ante una catástrofe natural que cada día sorprende con nuevos horrores.
