Maira Arredondo tuvo que vencer dos barreras su primer día de trabajo (que fue justamente el martes de la semana pasada): por un lado sus propios miedos y por otro, los de su familia, quienes no estaban muy seguros de si podría desempeñarse como recepcionista de la Oficina de Empleo. Y afortunadamente logró superar la prueba.

Hasta ahora llegó todos los días antes de su horario de ingreso, impecable: Con el cabello suelto, su remera con el logo celeste perfectamente planchada, un brillo en los ojos y los labios, y fundamentalmente, la sonrisa de +oreja a oreja+ tal como le habían aconsejado en la escuela. Para esta chica de 20 años, que tiene dificultad para hablar y que no tiene conocimientos de lecto-escritura por su discapacidad moderada, saludar a la gente que llega a la oficina, preguntarle que necesita y llamar a la persona indicada, es el mayor desafío de su vida. Ese es su trabajo. Mientras tanto no abandona las tareas impuestas desde la Escuela: hacer facturas en el taller de cocina y terminar la remera rosada manga larga que piensa estrenar cuando haga más frío.