“Si me preguntan si hay imposible para Dios, yo no tengo dudas: nada es imposible para Él”, dijo Renzo Rosas, el papá. “Mis hijos son nuestro milagro. Los miramos y aún no lo podemos creer”, agregó Laura, la mamá. Los Rosas son felices, plenos y disfrutan cada gesto, cada cosa nueva que Valentino y Marcos hacen. Y siempre presente en fotos, menciones y recuerdos está Augusto. Ellos son los trigemelos sanjuaninos, un caso único en San Juan y muy infrecuente en el mundo, pues hay un caso cada 16.000.000 de partos. Nacieron el 9 de octubre de 2015, con apenas seis meses de gestación y lucharon por su vida con intensidad, sobreponiéndose a constantes adversidades en sus pequeños cuerpos. Estuvieron internados 83 días y aunque Augusto no pudo esquivarle a la muerte, los Rosas lograron reponerse del dolor y hoy no dejan de agradecer a la vida.

A diferencia de los trillizos, los trigemelos proceden de un solo óvulo fertilizado por un espermatozoide que, por razones que aún se investigan, se divide en tres embriones. De ahí que se trata de casos rarísimos en todo el mundo. En Argentina, hay un puñadito de estos nacimientos, uno en La Plata, otro en Coronel Suárez, otro en Rosario y el de los sanjuaninos.
“Cuando nacieron, nos llamaron de todos los medios, pero en su momento preferimos resguardar la intimidad porque los bebés estaban muy mal. Fueron días de mucha angustia, mucho dolor. De la clínica nos llamaban a toda hora, porque un rato estaban bien y luego empeoraban. Tuvieron muchas complicaciones, al punto que a veces hasta hacían paros cardio respiratorios delante nuestro, ahí en las incubadoras. Era una situación muy difícil de soportar y lo único que hacíamos era rezar y rezar”, recordó Renzo.

A los 9 días falleció Augusto. Había nacido con apenas 880 gramos y era el más chiquito de los tres. “Yo siempre digo que Valentino sintió su muerte porque ese mismo día entró en paro y luego siguió muy grave. Le costó mucho salir. Marcos fue quien más rápido se recuperó”, acotó Laura.

Por entonces se multiplicaban las cadenas de oración en pedidos por redes sociales. “La verdad que pese a todo, siempre sentimos que Dios no ayudaba. La noche del 24 de diciembre me la pasé rezando para que a Valentino le sacaran el oxígeno e increíblemente, para el 26 ya no lo usaba. Por eso siempre decimos que nuestros niños son un milagro”, dijo Laura.
Valentino y Marcos son dos bebés muy compradores. Marcos ya dice algo parecido a papá y Vale aún balbucea. Son dos gotas de agua y a los dos les da hambre a la misma hora, lloran juntos y ahora, cuando los sientan cara a cara, se ponen a “hablar” entre ellos. Y aunque parezca increíble, apenas le dan trabajo a sus padres.
A un puñado de meses para el primer añito, sus papás ya planean el festejo, en el que todos soplarán la vela agradeciendo haber dejado atrás aquellos dolorosos días de octubre.