El olor a incienso se percibía desde la vereda de la parroquia. En algunos momentos, las voces de la gente rezando y cantando en latín resonaban entre las paredes. En otros, reinaba un silencio absoluto. Y en el fondo de la parroquia el sacerdote rezaba la misa parado de espaldas a la gente y mirando hacia el altar. Fue una imagen desconocida para mucha gente de esta época y un deja vu para las personas de mayor edad que hace mucho tiempo participaron de ceremonias tradicionales. Se observó en la parroquia del Espíritu Santo, de Capital, el domingo pasado.

El padre Adolfo Calívar, párroco de esa iglesia, optó por llevar a cabo las medidas dispuestas por el papa Benedicto XVI y realizar extraordinariamente el Misal Romano. Se trata de una forma antigua de celebrar la misa en latín. En estas celebraciones, el sacerdote adopta también la postura llamada Institucionalmente "De cara a Dios y de espaldas a los fieles". "El Papa llamó a rescatar como lazo espiritual la antigua forma de rezar la misa para que no se pierda. Instó a realizar un rito ordinario, que se desarrolla en la lengua del país, y un rito extraordinario, que se reza en latín", explicó el párroco mientras el padre Raúl Olazábal, miembro del Instituto Cristo Rey, de España, ofrecía la misa que él da en ocasiones especiales, en su parroquia.

Con una vestimenta de estilo romano antiguo, y una serie de posturas bien marcadas, entre las que se veía los brazos elevados, las manos juntas y constantes reverencias hacia el altar, el sacerdote rezaba la misa dando la espalda a la gente que había ido.

Antes de la celebración, los feligreses habían recibido un misal muy particular. El libro mostraba, escrita en sus páginas izquierdas, toda la misa en latín. En esas hojas se podían ver también indicaciones de las posturas que debía adoptar el sacerdote con dibujos e inscripciones. Y en las páginas de la derecha estaba la traducción de todo lo escrito al castellano. Gracias a ese libro, durante la celebración se podía ver a los fieles en situaciones diferentes. Algunos no despegaban la vista del misal. Otros, pasaron toda la celebración hojeándolo y buscando la página que correspondía. Y otros, sobre todo algunos niños, rezaban y cantaban en latín sin dificultades. Pero, al salir de la iglesia, todos se mostraron reconfortados con la celebración. Dina Lloveras, una mujer que participó de la ceremonia, expresó al terminar la misa que "es hermoso. Me recuerda a las misas de hace mucho tiempo. Creo que esto le da la solemnidad que se ha perdido". Por su parte, Claudia Bondanza, que estaba junto a su marido, comentó que "es impresionante, no sabíamos que la misa iba a ser así, esta no es nuestra parroquia, vinimos por casualidad. Pero nos ha gustado mucho, lo que se vive es mucha devoción".

Durante la ceremonia el sacerdote sólo habló en castellano cuando ofreció el sermón, que se basó en una explicación de la celebración y el significado de cada momento de la misa. Inclusive el Padre Nuestro fue rezado en latín y sólo por el sacerdote. El cura se vio también más silencioso de lo habitual, ya que en este tipo de ceremonia el sacerdote reza muchas partes de la misa en silencio, y los fieles también se ven menos participativos. Aunque en el momento de la comunión muchos se acercaron al altar. En este caso, para recibir la hostia deben estar de rodillas. Por lo que el primer banco estaba disponible para que todos pudieran pasar, arrodillarse y recibir la Eucaristía.

"Siempre le avisamos a la gente con anterioridad que la misa se va a ofrecer de este modo, para que las personas que no están de acuerdo con esta forma de celebración vengan a otra de las misas del día. Porque hay gente a la que no le gusta y no es nuestra intención imponer nada a nadie", comentó el padre Calívar. Y detalló que "en este tipo de misas la actitud de los fieles parece pasiva, pero en realidad es más de contemplación. En general muchos fieles están de acuerdo con la misa extraordinaria, y en muchos casos hasta la solicitan".