Estrenada en 1979, la historia de Pink -esa ¿ficticia? estrella de rock atormentada, cuyos miedos, traumas y desdichas se convierten en ladrillos que van erigiéndose en una pared, The Wall, que lo aisla y “protege” del mundo- no sólo significó una de las obras cumbres de Pink Floyd (junto al anterior El lado oscuro de la luna, los más famosos y vendidos). La pieza dio pie a uno de los espectáculos más imponentes en la historia del rock y fue la producción con más sello Waters (algunos dirán “casi autorreferencial´). También la que -tras una seguidilla de álgidos desencuentros, especialmente con el guitarrista David Gilmour- se convirtió en la 11va. y penúltima de la banda, antes de la dimisión del baterista que logró trascender el combo. Waters se abrió en 1985 e inició una carrera solista, pero The Wall siguió estando presente: En 1990 la reeditó para la conmemoración de la caída del Muro de Berlín (The Wall, Live in Berlín) y en 2010 arrancó la gira The Wall Live.
