Una taquicardia paroxística supraventricular podría haber terminado con su carrera de bailarina, la vocación que descubrió desde muy pequeña. Tenía prohibido moverse porque las 200 a 250 palpitaciones por minuto ponían en riesgo su vida. De hecho, más de una vez, la bajaron descompuesta de los escenarios, desesperada por tomarse el remedio de su salvación. Eso no era todo. Por la patología cardíaca también corría peligro de tener una muerte súbita.

Ese diagnóstico fue sin lugar a dudas la peor noticia que recibió Daniela Díaz, a los veintipico años (es tan coqueta que no quiere develar su edad). Dice que “hacía fuerza mental para seguir adelante´´ hasta que la operaron y los resultados fueron más que exitosos. De todos modos, considera que volvió a nacer el día que volvió a los escenarios, justamente en la Fiesta del Sol, evento en el que tiene asistencia ya que del 2007 al 2011 participó en todas. En todos estos años ha sido parte de los grupos que interpretaban distintos papeles secundarios. En cambio, en la última edición a diferencia de las anteriores, no se bajó ni un minuto del escenario porque se puso en la piel de la chuña, la figura del ave fiel que acompaña con sus contorneos, aleteos y movimientos a Sarmiento.

“Yo me siento orgullosa de haber actuado en el escenario más importante de los sanjuaninos. Siento que se me agranda el pecho cuando me acuerdo de lo que hice, porque implicó mucho compromiso y conexión con el resto de los actores, también con la obra porque soy la protectora de Sarmiento. Debe ser porque yo no sólo bailo con el cuerpo y la expresión del rostro, le pongo todo el alma y el corazón. Y eso es, sin lugar a dudas, porque tengo un corazón más fuerte y más sano que el resto de los mortales´´, dice Daniela riéndose de sí misma.

Esta chica que además tuvo una excelente performance en el volley en Unión y en el modelaje, dio sus primeros pasos en el folclore de la mano de Gerardo Lecich (con quien actuó en escenarios de Siria, italia, Roma, Brasil y Chile). Después incursionó en el tango y la danza contemporánea. “Soy artista desde que tengo uso de razón. Debe ser que vengo de familia de cantantes, músicos y poetas. Amo el baile, es mi vida. Y ahora también me encanta actuar´´, confía Daniela, que ahora, después de la Fiesta del Sol, volvió a dedicarse a sus tareas de repostera en la panadería familiar.