Tarde o temprano, dijeron los especialistas, las primeras huellas fosilizadas de dinosaurios descubiertas en San Juan van a perderse, pues están en zona de bajada de creciente en La Ciénaga, Jáchal. Para conservarlas tendrían que hacer una obra faraónica en una formación rocosa ubicada en medio de un lugar de difícil acceso. Por eso, un grupo de especialistas sanjuaninos acaba de concretar un paso clave para asegurarle este patrimonio a las generaciones venideras: obtuvo moldes de esos rastros, que permitirán reproducir réplicas para avanzar en la investigación y también para poder exhibirlas en un museo.
Las huellas fosilizadas de saurópodos están a unos 10 kilómetros del ingreso a La Ciénaga, que es Área Natural Protegida desde 2005. Fueron descubiertas hace dos años y acapararon la atención de los especialistas porque en San Juan no había registros de pisadas fosilizadas de dinosaurios, además de que las huellas de varios animales que caminaban juntos y a una misma velocidad reforzó la teoría de que los saurópodos avanzaban en manadas y su comportamiento no era solitario.
Los trabajos de conservación fueron encarados por la Dirección de Patrimonio de la Provincia y se concretaron tras un proceso que demandó más de una semana, pero que no podían estirarse más pues los materiales usados tienen problemas para fraguar con el frío.
‘Hicimos un trabajo de moldería completo de las pisadas, que es la mejor forma de protegerlas según los estándares mundiales. Tener los moldes garantiza la conservación’, explicó el paleontólogo Oscar Alcober, quien encabezó el equipo de trabajo.
‘Las huellas sobrevivieron hasta ahora pero están condenadas a desaparecer a merced de una creciente o de la misma erosión. En lo personal, creo que hacer una obra para protegerlas de factores climáticos es un despropósito, porque requerirá de un trabajo monumental en el cerro, además de una gran inversión para construir el acceso a un lugar que está en medio de la nada’, opinó Alcober.
El paleontólogo dijo que sí sugerirá un movimiento del sedimento, para buscar más huellas.
Las pisadas fueron estudiadas por un grupo de profesionales, encabezados por Víctor Contreras y Yanina Ripoll, quienes determinaron que hay grandes y pequeñas huellas de tetrápodos y trazas de invertebrados.
Los rastros de mayor tamaño pertenecen a saurópodos, que tenían hábitos gregarios y que se manejaban en manadas que frecuentaban las planicies fluviales próximas a lagos, seguramente buscando alimentos.
También explicaron que las playas de lagos, durante el Cretácico superior, estaban habitadas por aves con diversas adaptaciones, de acuerdo a los trazos hallados.

