Contenta. Ramona aseguró que a una semana de haberse tatuado la figura del Cura Brochero, ya está habituada a su nueva imagen. También que le gustó desde el principio el diseño y destacó que el propósito principal es agradecer su mejoría de salud.
A una semana de haberse hecho su primer tatuaje, Ramona Niplina Guanquinchay aseguró que ya se habituó a ver la figura del Cura Brochero en su antebrazo izquierdo. La mujer de 72 años desestimó que hubiese alguna clase de ‘revuelo’ en su familia o en sus vecinos del barrio caucetero Los Olivos por la decisión que tomó, que apuntó exclusivamente provocada por el deseo de cumplir una promesa al Santo, por un tema de salud.
“Primera vez en mi vida. Nunca fue un tema que me llamara la atención”, reiteró Ramona para indicar que no se trata de un viejo deseo, ni de nada que tenga un largo pasado.
Ramona describió que llevaba un tiempo sin sentirse bien e incluso pasó por episodios de pérdida de memoria. Y así fue que ante la figura del Cura Brochero emplazada en el barrio vecino -del mismo nombre-, la mujer prometió hace cuatro meses tatuarse la imagen.
“¿Por qué un tatuaje? Fue lo que surgió en el momento. No lo había pensado antes, ni tampoco me lo cuestioné después. No sé, como decía recién, nunca me había fijado en los tatuajes”, repasó Ramona.
Agregó que irse sintiendo bien en lo que va de 2019, fue alimentando también la necesidad de cumplir la promesa. Contó en su familia la intención y el resultado de unos estudios aceleró la idea que ya era tiempo de plasmar el agradecimiento. Una nieta, Mariana Arrieta, conocía a un tatuador en Caucete.
¿Si me haré otros tatuajes? Hoy, no puedo decir que no ni que sí.
Ramona Guanquinchay
Viuda desde hace 10 años, Ramona es madre de dos mujeres y un varón, quienes ya conformaron sus propias familias. “Ninguno se opuso. Lo que yo decidiera, era. Ni un sí, ni un no”, afirmó la mujer sobre la posición de sus familiares al conocer su promesa.
María Rosa, una de sus hijas, vive en el barrio Cura Brochero y está involucrada en el grupo de la Iglesia Católica. “Lo contó un par de veces y yo no dije nada. La semana pasada dijo que no la fuera a ver porque iba a ir a ver al tatuador y cuando la veo al otro día, ¡se lo hizo! Reconozco que me sorprendió, pero lo que a ella la haga feliz, a nosotros también”.
El pasado jueves, Cristian Omar Flores esperaba a Ramona con un diseño. El tatuador también reconoció que si bien es más habitual que personas que superaron los 50 años quieran hacerse un primer tatuaje, nunca se enteró de un caso similar. “De todos modos, de la experiencia con Ramona lo que más se me grabó fue cuando dijo ‘los viejos también queremos vivir’. Eso fue lo que me dejó”, evaluó.
Ramona dijo que el dolor fue menor a lo esperado: “Como si te pusieran una inyección”. Aunque su mayor bienestar es que que la promesa, está cumplida.