No se consideran un grupo. Pero los une el placer de no perderse ninguna serie, cómic o video juego de origen japonés. A partir de ahí, las posibilidades de usar lo que vieron para realizar sus creaciones son ilimitadas. Algunos escriben historias, otros editan videos. Hay quienes arman coreografías, juegan con cartas relacionadas con los personajes o copian su vestimenta para representarlos. Esas son las actividades de los integrantes la cultura Otaku, que nació en San Juan a mediados del 2000 y desde 2009 cuenta con un evento anual que reúne hasta 600 personas.
"No somos una tribu urbana. Nos gustan los animé -series-, manga -cómic- y video juegos japoneses y hacemos actividades que tienen que ver con ellos", explica Nicolás Reta, fanático de los videos y los juegos. Y cuenta que en San Juan esta cultura no tiene edad, la integran desde chicos de 12 años hasta personas de 40.
Estos formatos comenzaron a expandirse gracias a internet, porque a la mayoría de las producciones las ven en la red. El problema es que están en japonés. Aunque, existen fanáticos que las subtitulan y vuelven a subirlas. También hay aficionados que optan por aprender el idioma. En cuanto a los cómics, antes los conseguían en un kiosco. Pero ahora, gracias a la proliferación de otakus, se transformó en una librería.
Al ser importados, los elementos de este mundo son caros. Sin embargo, los fanáticos se las ingenian para no gastar tanto. Por ejemplo, quienes practican Cosplay (disfrazarse de diversos personajes) hacen sus propios diseños y los cosen. Del otro lado están quienes juegan a las cartas. Es que los mazos relacionados con historias de animé se arman juntado las cartas de a una. Y como la mayoría de los juegos son de afuera hay naipes que llegan a costar 500 pesos cada uno.
A estas destrezas se les suman las de crear bandas sonoras o coreografías de series y dibujos o imaginar historias cruzando a los personajes de diversos formatos. Así, los Otaku se empapan de la cultura asiática, pero aclaran una y otra vez que se trata de un pasatiempo y se ríen al pensar en la gente que los imagina permanentemente vestidos como los personajes o practicando artes marciales.

