“Nos acostamos a la una de la mañana y ya a las seis hubo que levantarse. Desayunamos algo liviano con mi viejo y después al vivac para seguir ajustando los detalles del auto”, así contó Juan Pablo Sisterna la forma en que comenzaron el día junto a su padre en el inicio del Dakar. Ambos sanjuaninos tienen la desventaja con otros equipos de mayor presupuesto económico que deben ser ellos mismos los mecánicos del auto, pues para contar con apoyo en ese sentido los costos que se deben pagar para ingresar al vivac (parque cerrado) son altísimos. “Ahora llegamos a Córdoba, comeremos algo y otra vez a ponerse el overol y arreglar lo que se pueda del auto, que terminó con algún golpe en la parte de atrás. Estamos acompañados por ocho personas que nos siguen a todos lados en dos camionetas, pero no pueden ayudarnos en el vivac”, finalizó Lino.