La presidenta Cristina Fernández salió ayer a responder a las acusaciones del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, por el escándalo de las escuchas telefónicas y, de paso, acusó a algunos medios de comunicación de "generar un clima desfavorable para debilitar al Gobierno".
La presidenta reclamó, sin nombrar a Macri, "que hay que hacerse cargo de lo bueno y de lo malo" y aseveró que "jamás se me ocurriría echar la culpa a los demás por un error, un desacierto o una política mía".
El jefe de Gobierno porteño había dicho el jueves, que detrás del escándalo por las escuchas telefónicas, que involucran a dos ex jefes de la recientemente creada Policía Metropolitana, estaba el matrimonio presidencial. Los acusó de "querer quedarse con todo". Para Macri están embarrando la cancha para sabotear la puesta en marcha de la Policía de la Ciudad.
Al encabezar en Casa de Gobierno, el acto de inauguración de una muestra en homenaje al Día de la Soberanía Nacional, la Presidenta convocó a "que cada uno que se haga cargo de lo que hizo y lo que hace y no culpar a los demás por sus errores".
Señaló además, que "alguien quiere instalar la sensación de bajar los brazos y verme vencida", pero remarcó que seguirá "trabajando por esta Argentina cada minuto de mi gestión".
Recordó luego el "ocultamiento histórico" sobre la Vuelta de Obligado donde "se enfrentó con valentía y patriotismo a las principales potencias navales de aquella época" y dijo que en realidad "es todo una estrategia deliberada que se tuvo desde siempre para ocultar la verdadera historia y hacernos creer que nos valemos nada".
La Presidenta relató que cuando "uno comienza a leer la historia advierte porque estamos como estamos" y acotó que "no es que sean más inteligentes, sino que hay quienes han venerado su historia y aprendieron que quieren un país grande y no parecerse a ningún otro".
Recordó que los vencedores de la Vuelta de Obligado "no querían parecerse a ningún otro país; querían ser lo que eran: argentinos que defendían su tierra, sus tradiciones y sus convicciones".
Sobre los medios, la mandataria volvió a ser implacable y los acusó de generar "un clima constante de que todo está mal" y de buscar "la autodenigración y la baja estima nacional" para "debilitar" al Gobierno.
"Si mañana me paro frente al Río de la Plata, se abren las aguas y voy caminando hasta Montevideo, algún diario monopólico va a decir: "Finalmente se supo, Cristina no sabe nadar", ironizó la jefa de Estado, durante el acto de celebración del Día de la Soberanía Nacional, que se realizó en la Casa Rosada.
Y siguiendo con el tono mordaz, agregó que el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, a quien comparó con el personaje Peter Capusotto por su humor ácido, le corrigió: "Te aclaro que el titular de mañana no va a ser ese, sino "Bíblica, Cristina se comparó con Moisés".
"La verdad que ya estamos acostumbrados, es un horror, todo tiende a que la gente baje los brazos, que esté con mal humor o fastidiada, que todo ande mal. La verdad que uno que recorre el mundo no ve, en casi ningún lugar del mundo, lo que sucede aquí", se quejó.
Esta vez el enojo con la prensa fue por la interpretación que realizaron del encuentro que mantuvo el miércoles con su colega brasileño, Lula da Silva, respecto de que no se había logrado superar las diferencias comerciales.
