"¡Te podés quemar, o algo te puede pasar!’, le dijo su mamá cuando la chica le contó que se había inscripto en un curso para ser bombera. Pero contra cualquier pronóstico, y también contra el preconcepto al que la mayoría de la gente está acostumbrada, Milagros Funes rompió el molde y con sus 19 años, desde hace tres meses, integra el cuerpo de Bomberos Voluntarios de Caucete. Cuando a esta edad los jóvenes están dudosos en sus primeros pasos al mundo adulto o en sus definiciones sobre su futuro profesional, Milagros piensa en técnicas de extinción de fuego y hace del peligro un compañero diario.
"No tengo miedo, por el contrario siento adrenalina y al momento de un incendio al igual que mis compañeros nos concentramos en el fuego, allí tenemos que encontrar un plano para extinguir la llama", detalla la joven bombera que de a poco va sumando experiencia a su actitud valiente.
Su curiosidad por esta tarea comenzó a partir del incendio de la casa prefabricada de su abuela. Desde entonces empezó a interesarse en el tema y es así que el año pasado se acercó a la Central de Bomberos local para obtener información sobre el curso. "Fue en octubre del año pasado y me preparé por seis meses, que ahora son diez. Aprendí sobre clases y colores del fuego, tipos de extintores y técnicas, salvamento de personas y animales en altura, entre otras herramientas", comenta con orgullo.
Fue así que le indicaron que se acercara un domingo para hacer una guardia, le mostraron los móviles, le hicieron un resumen de qué se trataba todo y partir de allí inició su preparación para los exámenes que culminó recientemente y que la habilitaron como bombera. Incluso ya vivió la experiencia de apagar un incendio. Estaba culminando su formación y en la Planta Recicladora de Caucete se generó un foco de incendio importante que requirió de toda la dotación disponible. "Me faltaba poquito para culminar mi formación pero me necesitaron y fui. No sentí miedo: fue un desafío. Unos envases de aerosol que se habían recalentado por el calor provocaron el foco y allí pude medir mis conocimientos", precisa.
En la Central, además de sus compañeros varones hay siete chicas más, una de ellas mamá y todas muy jóvenes. Contar con ese componente femenino dentro del grupo es un plus porque se apoyan entre sí. "Tenemos capacitaciones constantes y por ejemplo en los entrenamientos de RCP las mujeres resultamos más hábiles y rápidas que los hombres, creo que porque nos concentramos en lograr nuestro objetivo", comenta. Hoy Milagros está enfocada en su rol de bombera y a futuro piensa complementarlo con Psicología, que es la carrera universitaria que quiere seguir.