�Carlos Cal (42) es un uruguayo que simplemente se había entregado a la muerte. Sus años de cocainómano y alcohólico y de descontrol lo habían dejado en la más absoluta miseria. ‘Dormía en la calle, sucio, enfermo, con crisis de abstinencia. Ya no tenía fuerzas para levantarme y por tantos problemas que tuve, ya no me querían recibir ni en el hospital mental donde estuve internado un tiempo’, recordó Carlos.
Había experimentado con varias drogas, había perdido sus trabajos, por los problemas que generó en su casa su madre hasta le había puesto una orden de restricción y se había escapado y regresado varias veces de centros de recuperación.
‘Era extremadamente alcohólico y apenas me levantaba tomaba hasta medio litro de vino casi de un solo trago. Pero ya el vino no me hacía nada y probaba alcohol blanco, que me hizo terminar en un hospital’, contó.
Un día, cuando ya no podía más, volvió a pedir ayuda a un centro de salud y una mujer le dio una tarjeta. ‘Era de la comunidad Beraca y ahí empecé a cambiar el rumbo de mi vida. No fue fácil, pero ya hace 7 años que salí de la droga. Y sé que pese a que mucha gente y especialistas dicen que no se puede, yo digo que de la droga se sale. Hay que tener confianza en Dios’, dijo.
La Comunidad Beraca, que nació en Uruguay, tiene tres sedes en San Juan y Carlos hoy es uno de los líderes de la que está en Santa Lucía. ‘Tengo a mi cargo 11 personas que buscan recuperarse. Y me respetan porque no hablan con alguien que escuchó de oído, sino porque viví lo mismo que ellos’, agregó.