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No muchos se desprenden de las ataduras cotidianas para encarar un viaje con rumbo, pero sin tiempo. Algunos no se animan, otros no pueden porque tienen hijos o el tema económico es una traba. José Moll Portillo (28) es un sanjuanino que en apenas 8 meses decidió que quería para su vida lo que muchos desean, pero pocos se animan: viajar por el mundo. 

 

 

Este chimbero se puso como objetivo recorrer América, desde la misma Usuhaia hasta Alaska, aunque lo primero es llegar a México y luego tramitar la visa de rigor que se exige para llegar a los EEUU. 

 

En una Yamaha 250cc, a la cual sólo le agregó bauleras. El 22 de enero pasado cargó una carpa, algo de ropa y una olla, y puso en el bolsillo unos unos 1.000 dólares que pudo ahorrar.

 

 

“No tenía novia, tampoco hijos y siempre me gustó viajar. Uno, al fin y al cabo, de esta vida se lleva las vivencias, y eso es lo que me propuse”, contó José a DIARIO DE CUYO. La idea del joven, que en San Juan en el último vendió cigarrillos a los kioscos, fue primero ir al Sur del país.

 

“Crucé a Chile por Libertadores, bajé y luego volví a cruzar e hice Villa La Angostura, Bariloche y bajé hasta Usuhaia. No conocía esa parte del país; luego empecé a subir, llegué a Córdoba y Rosario, para finalmente llegara a La Quiaca”, detalló el muchacho.

 

 

Luego vino el turno de hacer Bolivia, Perú y Ecuador, donde está ahora y que el lunes dejará para encarar el viaje a Colombia. En el viaje ha trabajado para hacerse con dinero, porque si bien duerme en carpa, los gastos de la moto y de comida son importantes. “Trabajé de ayudante de albañil, pintando casas, repartiendo folletos”, contó.

 

Dos anécdotas imperdibles: en el calabozo y la moto como taxi

 

  • “En un paso fronterizo me acerco a preguntar dónde podía cambiar dinero y la gente me empieza a preguntar, me palpa creyendo cualquier cosa y como me parecía abusivo empecé a filmar con mi teléfono y se volvieron locos y terminé un par de horas en el calabozo. Fue duro porque no te la esperás”.

 

 

  • “Estaba en Cuzco (Perú) y no había podido juntar la palta para ir a Machu  Picchu. Me estaba por ir sin hacer ese hito turístico, pero justo ocurre un paro de transporte en Cuzco y con unos amigos se nos ocurre poner las motos de taxi. Fuimos al aeropuerto y alzábamos ‘gringos’ y los llevábamos al hotel. Bueno, en un día hice la plata que necesitaba para ir a Machu Picchu. Fue increíble como se dio todo”. 

 

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