La gente de Estudiantes de La Plata le puso calor y pasión al Mundial de Clubes de Abu Dhabi, dando además un ejemplo de comportamiento y aceptando la derrota con hidalguía, al igual que los jugadores. La fiesta del fútbol le dio otro ritmo de vida a una ciudad que no es de las más alegres del Medio Oriente, quizás por su conformación cosmopolita, con un 80 por ciento de extranjeros en su población.

Y en la final, los hinchas de Estudiantes, unos cinco mil, se hicieron sentir por sobre 50 mil, porque los locales apoyaron al Barcelona, que trajo a Abu Dhabi dos mil personas. En el fútbol siempre el público independiente se inclina por el más débil, en este caso Estudiantes, pero eso no pasó, algo que tiene una explicación. El final del partido encontró a los hinchas de Estudiantes y los jugadores con lágrimas.

Carles Puyol, en medio de la algarabía de sus compañeros, fue a saludar uno por uno a todos sus rivales, en un gesto que lo hace más grande, que lo hace más capitán de un equipo que no sería una locura comenzar a catalogarlo como de lo mejores de todos los tiempos.