"Mi novio es rehincha y si no le contesto los mensajes ahí no más, se enoja. Por eso le escribo hasta cuando estoy adentro de la pileta", decía Marianela en El Palomar, mientras las gotas de agua de su cabello refrescaban su celular. "Como somos varios en el grupo que venimos al club necesito tener el celu cerca para saber a qué hora vienen o qué van a hacer", comentaba Francisco, en Ausonia, con medio cuerpo en el agua y su celular a sólo medio metro de la pileta. Las razones son varias y todas llevan a lo mismo: escribir o recibir SMS hasta adentro del agua. Esta es una constante en varias piletas de San Juan.
"Varias veces se me ha mojado el celu y sólo una vez anduvo mal, pero cuando se secó pude seguir mandando mensajes", afirmaba Raquel en la pileta de El Palomar, al momento que un tema en inglés le avisaba de un SMS nuevo. A mucho chicos en las piscinas de San Juan se los ve sentados a la orilla mojando sus pies y con el celular en la mano. Otros más intrépidos tienen la mitad del cuerpo en el agua mientras se comunican sin temor a que una bombita les moje el celu. Natalia, en Ausonia, decía que "en la parte baja de la pileta no hay problema de mandar mensajes o hablar porque el agua no llega a salpicarte porque nadie se lanza desde la orilla".
Hasta los "envido" quedan interrumpidos por un "aguantame un toque", para atender a alguna persona que interrumpe un truco en el pasto que rodea las piscinas.
Nada ni nadie está a salvo de los celulares. Hasta algunos bañeros están con un handy en una mano y en la otra el celu sin darse cuenta de que en una desatención, puede correr riesgo una persona.
"Lo que estaría bueno sería poder nadar con el celu para escuchar música mientras hago unos largos", dijo Andrés, quien nada todas las tardes en la piscina de la UNSJ.

