Lisandro Castro caminaba rumbo al mercado de su barrio el jueves pasado cuando un objeto en el piso le llamó la atención. El niño se agachó y levantó una billetera. El chico de 7 años retornó corriendo a su casa del barrio Mercedario, de Chimbas, y le contó muy compungido a su papá sobre el hallazgo. Sergio, su papá, lo tranquilizó diciéndole que iban a llamar al dueño para devolvérsela. La billetera tenía $8.000 y documentos de Gerardo Casa, policía, que ese día había cobrado el sueldo junto al aguinaldo y los adicionales del mes.
‘Lisandro entró casi llorando porque se sentía mal por el dueño de la billetera ya que sabía que tenía mucha plata. Me sorprendió la actitud de él y ahí nomás me puse a revisar si encontraba un teléfono. Cuando hallé un número, llamé y me atendió Gerardo Casa, quien no me creía que tenía su billetera‘, dijo Sergio Castro. El dueño de la plata y los documentos no se había percatado de que había perdido la billetera, incluso lo dejó esperando en línea a Sergio mientras revisaba el auto porque creía que le estaban haciendo una broma o el famoso cuento del tío. ‘En un principio dudé, yo estaba seguro que la tenía. Pero una vez que revisé todo, me di cuenta que efectivamente la había perdido‘, dijo Gerardo. En ese momento entre el papá de Lisandro y el dueño de la billetera acordaron reunirse en media hora en la casa de la suegra del policía, que vive a dos cuadras del hogar de los Castro, y en ese momento fue cuando Lisandro le entregó la billetera intacta a Sergio. ‘Me sorprendió la felicidad que tenía el niño cuando me vio llegar y pudo devolverme la billetera. Me empezó a contar todos los detalles de cómo la encontró y me pidió disculpas por haber abierto la billetera sin mi permiso. Me encantó su actitud y lo felicité a él y a su papá, que lo acompañaba. Además le ofrecí una recompensa, pero el niño y su papá se negaban a recibirla. Insistí tanto que me dejaron que le diera un monto mínimo de plata, pero no va a ser lo único que reciba de mí en agradecimiento‘, dijo Gerardo.
Según contó su mamá Alejandra, Lisandro hace poco tiempo llegó de la escuela con unos lápices que no eran de él. La señora le preguntó a quién pertenecían y el niño le respondió que eran de un compañero. La mamá le dijo que tenía que devolverlo a su dueño y él al otro día le hizo caso. Por este acto se llevó los aplausos de sus compañeros que le dieron una extensa sonrisa durante todo el día.
Es por esto que la actitud que tuvo el menor de 3 hermanos de la familia Castro no sorprendió a sus papás ya que es uno de los valores que les inculcan a sus hijos desde la cuna.

