Se suben a sus propias motos de 110 centímetros cúbicos y parten a la emergencia con los uniformes que ellos mismos se compraron. No saben con qué se van a encontrar. Tampoco tienen los elementos para hacer su tarea. Pero les sobran las buenas intenciones y el ingenio para prestar su ayuda. Se trata de los bomberos voluntarios de Albardón, un grupo de seis hombres dispuestos a todo, aunque no cuenten ni siquiera con el elemento más básico para su trabajo: una autobomba.

"A veces podemos disponer del camión hidrante del municipio, otras nos vamos en la camioneta de la comisaría 18va, pero, por lo general, tenemos que salir en nuestras propias motos", dijo el jefe del cuerpo, Ricardo Cano.

Así fue como llegaron el viernes pasado hasta un incendio de pastizales en las inmediaciones de calles Tucumán y Kennedy, en Albardón, y terminaron siendo aclamados como héroes en todos los medios del departamento. Es que, en un acto de valentía, estos bomberos rescataron a dos niños y un anciano hemipléjico de las llamas.

Pero, como los únicos uniformes que se pudieron comprar no son los adecuados para el fuego sino los que usan para hacer guardia (borcegos, remeras y pantalones azules), ellos mismos sufrieron quemaduras leves. Muchas de ellas aún visibles en sus cuerpos, como mostraba uno de los jóvenes voluntarios.

Pero eso no es lo único que les falta. Tampoco tienen una autobomba o vehículo que se le asemeje ni los equipos de rescate necesarios. Llegan a las emergencias con sus manos vacías y se las arreglan con lo que encuentran para ayudar. Usan los elementos de "chicote" (pala, pico, etcétera), como los conocen en la jerga de bomberos. También piden baldes para acarrear agua y acuden al rescate de personas.

Los seis voluntarios tienen otros trabajos y se transforman en bomberos en sus horas de descanso. Pero están alerta las 24 horas del día y no sólo asisten en los incendios, también acuden a accidentes de tránsito, fugas de gas y vuelcos. El grupo tiene su sede en las instalaciones del Club Belgrano (que les presta el lugar a cambio de cuidado), se formó hace tres meses y ya ha acudido en unos 90 casos. "La gente de por acá nos conoce y nos llama. A veces, es la misma Policía la que nos avisa", comentó Cano, mientras hacía su guardia en la sede y mostraba con orgullo el cartel pintado a sus espaldas, que reza: "Nada nos obliga… sólo el dolor de los demás".