El suelo tiene diversas características y se ha formado a lo largo del tiempo como consecuencia de las condiciones específicas del sustrato y del resto de los elementos del medio ambiente. Debido a esta acción armónica, física, química y biológica, se forma una capa superficial bien diferenciada, que constituye el suelo. Este conforma un sistema complejo y en equilibrio dinámico, compuesto por elementos bióticos e inorgánicos y es el resultado de un extenso proceso de generación en el cual intervienen el clima, el relieve, los organismos vivos y el tiempo, alterando profundamente el material originario denominado roca madre. Desde el punto de vista físico, el suelo es un sistema poroso pues, aunque de apariencia sólida, contiene agua y aire en proporciones variables. Ambos elementos son fundamentales para el desarrollo de la vida en el suelo y deben guardar cierto equilibrio. Las partes sólidas están constituidas por minerales y materia orgánica. Los desechos vegetales y animales que se producen a lo largo del tiempo concentran en el suelo elementos nutrientes, principalmente en las partes superiores del mismo. La más superficial de ellas, la capa fértil,es de espesor variable según el suelo del que se trate. Generalmente su color más oscuro se debe al mayor contenido de materia orgánica, que se transforma constituyendo el humus. Su estructura desarrollada y estable le permite absorber y almacenar importantes cantidades de agua de lluvia. La acción de labrar los suelos con la finalidad de cultivarlos, provoca la remoción de la cubierta vegetal y el equilibrio dinámico aludido es perturbado rápidamente, comenzando a producirse cambios, en general, difícilmente perceptibles. Al ser removida la vegetación para cultivarlos, provoca la mineralización del humus y una serie de cambios en las características físico – químicos del suelo. Esta acción desata una serie de procesos degradatorios o deteriorantes que se intensifican con el correr del tiempo en una magnitud y extensión que dependerá de las técnicas agronómicas que se aplican en su transcurso. Pueden ser atenuadas pero casi nunca evitadas.
