Existen comportamientos no habituales en el menor, que son indicadores de un problema. Pero será la consulta ante un organismo público especialista en el tema el que determinará si se corresponde o no con una situación de abuso sexual.
A saber: trastornos del sueño y en la alimentación. Cambios emocionales y baja en el rendimiento escolar. Temor continuo, dificultades de interacción con sus pares. Estados depresivos, retraimiento.
‘Hay muchos chicos que temen hablar y por eso hay que fomentar el diálogo con sus adultos de confianza y hacer conocer sus derechos, sobre todo a su intimidad. Si hay algo que le molesta hay que contarlo, no hay secretos’, dice la asesora Patricia Sirera.