Cerca de 50.000 espectadores colmaron anoche el José Amalfitani y le dieron el color necesario a un partido de semejante trascendencia. Del lado de Vélez hubo muchos papeles en el ingreso del equipo y por el lado de Peñarol bengalas y pirotecnia, pese a la prohibición para su ingreso. El equipo uruguayo contó con cerca de 8.000 hinchas en la cabecera que le asignó el local y por eso debieron achicarse a más no poder los pulmones previstos por la Policía.

La gente del Fortín vivió el partido con más nerviosismo que aliento y todo potenciado tras el tanto marcado por los charrúas. Pero el empate de Tobio en el final del primer tiempo y el segundo de Silva, les devolvió la ilusión. El éxtasis del hincha velezano estaba en ese momento en su esplendor pero se apagó en parte por la expulsión a Ortiz. Y cuando parecía que el Pelado Silva podía volver a darles la alegría, marró ese penal que dejó fin final al equipo de Liniers en una noche emotiva.