La montaña de fondo. El Sol presente para la gran ocasión. Los novios al centro, los invitados ubicados en abanico -algunos más famosos que otros-. El casamiento estaba a punto de llagar a su momento culmine, el del ‘sí quiero’. Pero en este casamiento no había sacos impecables, tampoco vestidos despampanantes. Sólo mamelucos, pantalones cargo y ropa de trabajo.

No se trataba de un salón de eventos con `todas las de la ley’. No eran mesas atestadas con comida. Era la planta de basura de Rivadavia, el ex megabasurero de calle Pellegrini, en La Bebida. Allí una pareja sanjuanina decidió casarse.
Cecilia Soto (29) y Nicolás López (27) se conocen hace 10 años. Acarrean a cuesta vidas de sacrificio, de pérdidas y de privaciones. Pero, como repiten una y otra vez, "es el lugar -por el trabajo de la planta- que nos sacó adelante". Tan importante es ese sitio -donde el olor no es agradable- que fue allí donde Cecilia le pidió casamiento y buscó por todos los medios casarse; sí, ahí.
Ella con un vestido blanco, corto y el pelo impecable. Él con su mameluco que también lucía prolijo. Nicolás siente que su trabajo en la planta lo es todo, le permite darle a su familia lo mejor.
Todo empezó un par de meses atrás cuando ella le propuso matrimonio de una manera tan romántica como original. "Una noche en la casa, mientras le hacía la cena y el me dijo ‘nos vamos a casar’. Yo me imaginé que me lo iba a decir más romántico, pero quedó en la nada" contó ella.
Así, Cecilia se vió motivada a que, uno de los pasos más importantes de su vida, no pasara desapercibido. "Ya lo venía pensando, sobre como pedirle matrimonio, porque él me lo pidió así nomás y yo quería ser más romántica. Así pensé en ir y pedírselo delante de todos. Una mañana me levanté, llamé a mi suegra para me acompañara hasta la planta, yo iba directo a pedirle matrimonio. Ya tenía unos anillos de plata que había comprado", dijo Cecilia.
Pero la sorpresa debía ser mayúscula; "caí una mañana mientras estaba desayunando y le pregunte si se quería casar, me dijo que sí, no lo dudo. Me vine en el 17 -La Positiva- a las 7 de la mañana con el bebe, después me subí a un camión para que me acercara hasta la planta, incluso después me fui en camión a mi casa." relató a Diario de Cuyo.
La historia y los motivos detrás de esta idea de sellar su amor en ese lugar conmovió a muchos compañeros y familiares de la pareja que se comprometieron en colaborar en este sueño, que se concretó finalmente este viernes con una emotiva celebración.
La ceremonia tuvo algunos invitados especiales que incluso fueron testigos de la boda. Ellos mismos insistieron para que estén, como ‘el jefe’ de Nicolás, Raúl Tello (secretario de Ambiente y quien dio el OK para el casamiento en ese lugar), el exgobernador Gioja y otros funcionarios

Además, no faltaron los trabajadores de la planta quienes fueron testigos del amor entre Cecilia y Nicolás desde el inicio. Asistieron con su uniforme de trabajo diario.
El ‘sí’ llegó pasado este mediodía, luego el arroz y un beso de película. ‘Vivan los novios’, gritó un muchacho que a un costado miraba la ceremonia.

Emocionado, Nicolás dijo que "tuvimos ayuda de nuestros compañeros y familiares. Los de la planta también nos dieron una mano, y gracias a ellos es que todo esto se hizo posible. Casarnos acá es una forma de agradecer el pan que llega a la casa todos los días".
