�La batalla contra especies exóticas invasoras comenzó hace tiempo en Tierra del Fuego con el castor, introducido en 1945 con fines económicos, cuya presencia hoy degrada los bosques más australes del planeta. Los castores derriban árboles, en este caso las autóctonas lengas, y construyen diques para que sus madrigueras estén protegidas en los embalses, los que a su vez pudren otros árboles.
El biólogo Adrián Schiavini exhibió en el taller realizado en la secretaría de Ambiente la histórica foto del ‘día cero‘, en 1945, en la que dos sonrientes emprendedores sueltan en el lago Fagnano 25 parejas de castores canadienses para iniciar, suponían, la industria peletera fueguina. ‘Si se pudiera volver el tiempo atrás, les diría que no, que no lo hicieran, pero…‘, lamentó el experto, coautor del Plan Estratégico de Erradicación del Castor.
Schiavini explicó que durante años se fomentó el uso productivo de la especie pero no se redujo la población de castores, porque no hay en Tierra del Fuego una cultura de cazadores, hay mucho territorio abierto y la especie no tiene depredadores naturales.
‘En 1994 hubo una alarma porque se constató su presencia ya en el continente, como amenaza para el bosque austral, y se sabe que la ausencia de bosque en la estepa patagónica no es una barrera, porque mientras disponga de agua para hacer embalses, usa arbustos para los diques‘, advirtió.
El experto afirmó que ‘la erradicación es factible desde lo técnico, lo económico y lo ecológico‘. Aseguró que es fácil ir a buscar al castor a lugares determinados y que la condición insular de Tierra del Fuego facilitará más tarde el control de una reinvasión.
Los responsables del plan fueguino, que la estrategia nacional en preparación previsiblemente robustecerá, se proponen ahora hacer una experiencia piloto, de erradicación en un pequeño espacio, y luego escalar a territorios más amplios.
En Tierra del Fuego los castores estaban a sus anchas, sin problemas de alimentación y sin la compañía de sus depredadores naturales: osos y lobos blancos.

Ya está en Chile

�El castor posee una extraordinaria capacidad para desplazarse por vías acuáticas, ya sean aguas dulces o saladas, y actualmente han alcanzado la isla chilena de Dawson, situada en el estrecho de Magallanes.
De ahí a invadir todo el continente hay un solo paso.