La siesta empezó más temprano de lo común para los sanjuaninos, ayer. Minutos antes de las 13, los comercios bajaron sus persianas, las calles se vaciaron de golpe, los colectivos empezaron a circular con los asientos libres y en la Peatonal sólo se veían palomas. El silencio que reinaba en esos espacios también se pudo percibir en los cafés y restaurantes que sí reunieron a algunos hinchas vestidos con las camisetas de Argentina. Es que, durante prácticamente todo el partido, la gente sufrió, miró las pantallas con desazón y sólo habló para criticar. El desahogo llegó recién en el minuto 91, con el estrepitoso grito de ¡Gol!
“No estoy vendiendo mucho, pero me voy a quedar por las dudas. Eso sí, ya me hice amigo de los chicos de la estación de servicio para ver el partido ahí”, contó Gonzalo Varón mientras vendía camisetas, gorros y vuvuzelas en la esquina de Central y Paula. Como él, otros vendedores de merchandising apostaron a quedarse en las calles, pero sin demasiado éxito de ventas.
A su vez, los mozos del restaurante Baró contaron que esperaban que llegara más gente a almorzar y ver el partido, sin embargo, no recibieron muchos clientes. Lo mismo sucedió en el Híper Libertad, donde los mozos del patio de comidas tuvieron tiempo de sentarse a ver parte de algunos minutos del partido, al igual que los verduleros del supermercado y las personas que atienden en el sector de electrodomésticos, quienes se ubicaron frente a dos televisores de ‘42 y dos de ‘46 e hicieron hinchada.
Las calles estuvieron tan desiertas que los efectivos de la Policía que controlaban el corte de tránsito frente al Teatro de Capital, donde se proyectó el partido, pudieron reunirse y escuchar la radio de una patrulla.
Los cafés del centro tampoco recibieron una concurrencia masiva, sin embargo en ellos se vio más público. Claro que, por la tensión, nadie se atrevió a pedir nada en los últimos minutos del partido, por lo que los mozos estuvieron frente a la pantalla en ese momento y, junto a los clientes, gritaron el gol salvador de Messi. Dos minutos después, el movimiento de hinchas festejando y los bocinazos de la caravana hicieron que la ciudad pareciera renacer tras un letargo de casi dos horas.

