Dice que fue el primer detenido político en San Juan tras el golpe militar porque cuando llegó al edificio de la ex Legislatura, junto a su hermano, al que habían buscado después que a él, no había nadie más. Y reconoce que si bien lo golpearon y simularon que lo iban a fusilar, no la pasó tan mal. Fue porque apenas su esposa se enteró de su apresamiento, junto a sus familiares emprendió una campaña para juntar firmas y pedidos por su liberación. El sistema funcionó porque a los pocos días dejaron de apalearlo y poco más de un mes después lo llevaron en un jeep militar hasta su casa, en Trinidad, con la orden de que se “portara bien”.
Dante Carbajal, un militante del Partido Comunista (PC) en San Juan que hoy anda por los 80 años, cuenta ahora, cuando se cumplen 40 años del fatídico golpe militar del 24 de marzo de 1976, una de las historias de aquellos terribles días, que sirve para pintar cómo se vivió en la provincia la caída del gobierno democrático, que acá encabezada don Eloy Camus.
Por aquellos días, Carbajal era el encargado de las relaciones públicas del PC y una persona muy conocida porque era peluquero y árbitro de box. Y como no había muchas publicaciones ni existía internet, seguían todas las noticias a través de Radio Habana Cuba. Todas las relaciones cosechadas por su tarea le sirvieron cuando cayó detenido. Fue cerca de las 2 de la mañana del 25 de marzo, cuando un comando militar rodeó la manzana en la vivía el dirigente con su familia en el Barrio Fray Justo Santa María de Oro. Luego de registrar minuciosamente la vivienda que compartía con su esposa y sus hijas y de que los efectivos militares buscaran infructuosamente bibliografía política y armas, se lo llevaron detenido en un Unimog del Ejército. En el trayecto a la ex Legislatura, que funcionaba bajo las gradas del estadio abierto del Parque de Mayo, y que fue el primer centro clandestino de detención en la provincia, también apresaron a su hermano Washington.
Cuando llegaron al edificio, les ataron las manos a la espalda, los encapucharon y empezaron los primeros golpes y patadas mientras les gritaban “vendepatrias, comunistas de m…”. Pero la suerte hizo que un soldado, que estaba de guardia, lo reconociera y le avisara telefónicamente a su esposa, Elena Abasolo, que a Carbajal lo tenían preso en la ex Legislatura. La mujer, lejos de asustarse, salió a la calle junto con la hermana mayor de Dante, Enoé, y una cuñada, a pedir ayuda para su marido. Así, llegaron a juntar cerca de 300 firmas y notas de apoyo pidiendo la libertad del dirigente. Por ejemplo, de las asociaciones de peluqueros, también de los joyeros, de instituciones deportivas y, también de la Escuela Braille. Todas las firmas iban por triplicado, para ser presentadas ante el presidente Jorge Videla, el gobernador de facto sanjuanino Carlos Horacio Tragant y ante el jefe del RIM 22, Juan Bautista Menvielle.
La campaña surtió efecto porque a los pocos días de estar en el Penal de Chimbas, a donde habían sido trasladados la mayoría de los detenidos tras el golpe, un gendarme que estaba de guardia le dijo: “Quedate tranquilo, hay orden del jefe Menvielle de no tocarte”. Y desde entonces, la situación de Carbajal cambió. Aunque no habían llegado a torturarlo, como sí había ocurrido con el resto de los detenidos, a los que veía sacar a la rastra y todo magullados, sí tuvo que padecer, golpes y patadas en su celda y varios simulacros de fusilamiento. Todo era para intentar quebrarlos y que terminaran denunciando a otros dirigentes y militantes políticos y sindicales. Algunos la pasaron mucho peor. Por ejemplo, el secretario del PC en San Juan, Alberto Carvajal, murió tras una sesión de tortura en el Penal, pero los militares intentaron simular que se había ahorcado en su celda.
Pero la libertad no vino ahí nomás. Como estaba muy golpeado y lastimado, sus captores esperaron que se recuperara de las heridas y recién lo dejaron libre. Incluso lo llevaron hasta su casa en un jeep militar y lo dejaron ir luego de darle algunas “recomendaciones”.
“A mi me salvaron los amigos, la presión de la gente. Es una lección que nunca voy a olvidar”, recuerda hoy Carbajal, al tiempo que atesora como algunas de las cosas más importantes de su vida parte de las notas y los pedidos que su familia hizo a las autoridades militares de aquella época.

