Fue como estar en una película de terror en la que abunda la niebla. Por momentos, el sonido del galope de los caballos era lo único que daba señal de que por la calle 21 de Febrero se estaba realizando una cabalgata. Hasta la gente que salió a presenciar el espectáculo no pudo ver con claridad a sus protagonistas. Este fue el panorama durante las primeras horas de la mañana de ayer, en Angaco. Así, en medio de una niebla espesa, unos 100 devotos de la Difunta Teresa largaron la décima edición de una de las cabalgatas más duras que hay en la provincia.
Por momentos, los animales resbalaron en el asfalto mojado. Hubo tramos en que la cabalgata se tornó peligrosa. Es por eso que cuando los jinetes divisaron la huella de tierra sintieron alivio. Ponchos, camperas, guantes, pasamontañas. Nada fue suficiente para calmar una jornada con temperaturas bajo cero. El otro respiro se dio cuando con el Sol alto, la niebla comenzó a disiparse y los jinetes marcharon más tranquilos. La travesía largó puntual, a eso de las 8.30 de la mañana, aún cuando las condiciones climáticas no fueron las mejores. Partieron del barrio Perón, que está en Las Tapias. Fueron muchos los vecinos que salieron a despedir a los jinetes devotos de una de las creencias populares más fuertes del departamento.
La logística no fue menos complicada. Los vehículos que llevaron las provisiones y los fardos de pasto para los animales tuvieron que hacer malabarismos para poder circular entre los caballos, casi a ciegas. Con las luces prendidas y a los bocinazos, se adelantaron a la columna de jinetes para llegar primero a los baños de Guayaupa, que es donde hicieron la primera parada.
Los jornaleros, perdidos entre los bordos cubiertos de niebla, como si estuviesen en las nubes, aprovecharon la pasada de los gauchos para tomarse un descanso y salir a saludarlos. No faltaron las vecinas, que con mucho abrigo, se apostaron en las puertas de sus casas para dar aliento a los jinetes.
A diferencia de la cabalgata que se hace a la Difunta Correa, en el mes de abril, la mayor parte del trayecto de esta es sobre piedras. Hay tramos en que la huella está en mal estado, lo que hace que la travesía tenga sus dificultades, sobre todo para las carretas. A esto se suma que generalmente el clima no es un buen aliado porque se hace siempre a fines de junio. "No importa si llueve o nieva. La devoción es más fuerte y nunca suspendemos esta cabalgata", dijo Domingo Salem, quien fue en una carreta.
Por momentos, los parrales parecían esqueletos que danzaban entre las nubes. El paisaje fue tétrico. Pero aún así, los gauchos conservaron el buen humor. "Somos gauchos de verdad, en las buenas y en las malas", dijo Margarita Chávez, una de las jinetes.
El cielo ya estaba despejado cuando la columna llegó a los baños de Guayaupa. Allí almorzaron y aprovecharon a que los animales descansaran. Al oratorio de Teresa llegaron al atardecer, después de cabalgar 69 kilómetros. Para hoy el gauchaje tenía previsto un asado bien criollo y juegos de destrezas y jineteadas. Al igual que anoche, el final de la jornada será un fogón. La vuelta la harán mañana pasado el mediodía.
La cabalgata fue organizada por la Agrupación Gaucha Difunta Teresa, de Angaco. Estos gauchos se unieron por primera vez hace 10 años, con el objetivo de venerar la figura de la mujer que vivió a principios del siglo XX. Según los lugareños, Teresa era bondadosa y solidaria. Estaba embarazada y murió cuando tuvo un accidente mientras le llevaba el desayuno a su esposo. Ahora, la mujer es venerada por cada vez más personas. Sobre todo por mujeres que están embarazadas.
