Desde que existe el Hospital de Día de Trastornos de Conductas Alimentarias en el Hospital Rawson, hace 17 años, tuvieron en internación un promedio anual de un hombre que padece bulimia (en algunos casos también sufría anorexia). Pero además de que la cifra es extremadamente baja con relación a las casi 20 mujeres que promedian el tratamiento anual, ninguno de esos varones logró el alta pues abandonó el proceso en el camino. La causa principal es la dificultad para superar la contradicción mental del hombre bulímico de estar flaco pero musculoso, pero también va de la mano de factores culturales y familiares, pues el tema sigue siendo un tabú y a la enfermedad se la vincula con una cuestión estrictamente femenina.

La especialista Andrea Cañas, integrante del equipo de especialistas del Hospital de Día de Trastornos de Conductas Alimentarias, aclaró que las internaciones son voluntarias y que es difícil que los hombres pidan ayuda. "Los varones no terminan el tratamiento porque les resulta muy complicado y sinceramente esta enfermedad es más difícil para ellos que para ellas, por varios factores. El principal se basa en una contradicción. Es que para que haya trastorno alimentario debe haber una distorsión de la imagen del cuerpo y en esa distorsión, la mujer quiere un cuerpo más delgado. Pero en el varón, además de un aspecto delgado busca ser musculoso. Y es imposible perder grasa, adelgazar y desarrollar musculatura", explicó.

En la bulimia masculina, los vómitos tras atracones de comida (habituales en las mujeres) suelen ser reemplazados por una intensa actividad física. Además, los hombres que padecen esta enfermedad enfrentan un drama cultural lleno de prejuicios, por lo que la negación a asumir la enfermedad es mayor. "La cultura del gimnasio está muy naturalizada, a la vez vez incluso hasta hay pugnas dentro de la familia, que generalmente es la que trae al paciente al tratamiento. Las madres son las que advierten las señales de alerta, pero mayoritariamente los padres ven todo como un capricho y los síntomas que manifiestan sus hijos les pasan más desapercibidos", dijo Cañas. Otro factor que influye en el abandono del tratamiento es que en los hombres es más difícil de detectar la sintomatología, por lo que cuando piden ayuda profesional ya la enfermedad está muy avanzada y asumen su conducta como parte normal de la vida.

No hay un perfil definido del hombre sanjuanino que padece bulimia, ya que a quienes han tratado provinieron de diferentes estados sociales y económicos. La mayoría fue del Gran San Juan, pero también hubo internados de Jáchal y Albardón. El único patrón común es la edad: plena adolescencia.

Aquellos que se reconozcan síntomas (ver aparte) o allegados que los detecten en otros, pueden acercarse de lunes a viernes de 8 a 16 al Hospital de Día de Trastornos de Conductas Alimentarias "José Spollansky", en el primer piso del llamado Edificio Verde, por calle General Paz. Allí se brinda una modalidad de tratamiento intermedio, entre la internación tradicional y el ambulatorio. En promedio, el proceso dura un año antes de lograr el alta.

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