Querían reunirse a conversar y a leer, pero no tenían un lugar. Es por eso que una treintena de vecinos de Concepción decidió pedir un espacio en una escuela. Así surgió la biblioteca Mitre, la más antigua después de la Franklin que hay en la ciudad. Hoy cumple un siglo y durante todo este tiempo se mudó en varias oportunidades y hasta sufrió la pérdida de obras importantes por el terremoto de 1944. Aún así, siguió en pie y creciendo hasta convertirse en uno de los centros culturales más importantes de la zona de Concepción.

Fue una pequeña aula de la escuela Fray Justo Santa María de Oro el primer espacio en el que funcionó la biblioteca. Los vecinos fueron recolectando libros y se reunían cada semana a leer y comentar distintas obras. Pero tuvieron que irse de ese lugar y con el esfuerzo de sus socios, consiguieron alquilar un salón en una casa que estaba por calle Tucumán. Allí improvisaron un salón de lectura y fueron las hermanas Clavel las que atendían a la gente. "La necesidad de un lugar donde se pudiera conversar y compartir obras literarias y que no fuese en el centro fue lo que llevó a estos vecinos movedizos a armar la biblioteca", dijo José Mario Cruciani, presidente de la biblioteca, un cargo que comenzó a ocupar, con algunas interrupciones, desde 1986.

Como la biblioteca cumple 100 años y después de la Franklin es la que más material bibliográfico tienen en Capital, quienes la dirigen quisieron armar su historia. Pero esto fue difícil porque buena parte de los archivos quedó bajo los escombros después del terremoto del ’44. Una de las joyas literarias que desapareció con esta catástrofe fueron los tomos de la Divina Comedia, de Dante Alighieri. "La gente saqueó el lugar y usaron libros y papeles para hacer fogatas. Fue un mes después del terremoto cuando la comisión directiva empezó a limpiar los escombros y recuperar lo que no estaba destruido", dijo Cruciani. Según los archivos de la biblioteca, sólo pudieron recuperar el 10 por ciento del material. De ahí en más fue como empezar de nuevo.

Un año después de la tragedia, los vecinos consiguieron instalar la biblioteca en un local que estaba en la esquina de calle Tucumán y Juan Jufré, que en esa época se llamaba calle República. Una nueva mudanza sobrevino en 1956 y dos años después, el Gobierno les pidió el local que les había prestado y tuvieron que trasladar todo a la casa de uno de los vecinos, Emilio Lara. "Como el espacio era poco, lo único que se hacía era prestar libros. Se suspendieron las reuniones de lectura que tan bien le hacían a la gente", contó Cruciani.

Pero los vecinos no se quedaron quietos. En 1960, el Gobierno les otorgó un subsidio para comprar un terreno para levantar allí la biblioteca. Fue cuando compraron un lote por calle Mendoza (donde está en la actualidad la biblioteca), que tenía un rancho de adobe. Entre esas paredes que estaban casi por derrumbarse, los lectores acudieron a buscar libros y a leer durante los fines de semana. Pero tuvieron que cerrar el lugar porque se corría peligro de derrumbe. Fue en 1971 cuando el Club de Leones de Concepción se hizo cargo de la biblioteca. Hubo que trabajar más de seis años y los vecinos tuvieron que colaborar con cada granito de arena, hasta que en 1976, cuando la biblioteca cumplió 66 años, inauguraron el nuevo local. Con el tiempo, esta sede se fue agrandando, y ahora tienen hasta un salón multiuso.

Hoy, la biblioteca tiene hasta una sala especial para las amas de casa y otra para los jubilados. Allí se dictan talleres de todo tipo y disponen de la biblioteca viajera, que va casa por casa. Además, en el verano tienen un lugar adaptado para trabajar con los más chicos.