Sin soltarla, sujetando bien fuerte el pedacito de bandera que le había tocado sostener, la profesora de telar de la Casa Natal de Sarmiento esperó la indicación y empezó a caminar. Detrás suyo, una veintena de manos apretó aquella bandera tejida en el telar de la Casa por tantas otras manos y casi a las 20 de ayer dejaron el patio del museo, pasaron junto a la higuera y salieron a la calle, donde cerca de trescientas personas aguardaban esperando para comenzar la marcha. Unos minutos antes, la directora de la Casa, Beatriz Oviedo de Coria, había cedido el honor de encender la antorcha de la libertad a monseñor Alfonso Delgado, quien fue pasándola a los miembros de la Comisión Bicentenario. Así, haciendo posta y de mano en mano, llegaron hasta la calle, donde la antorcha quedó en manos de una alumna de la Escuela Industrial Domingo F. Sarmiento, que caminó encabezando la marcha.
El grupo que inició el trayecto entre la Casa de Sarmiento y la plaza 25 de Mayo fue aumentando a medida que avanzaba por Avenida Libertador. Frente al monumento que rinde homenaje a la Columna Cabot, se sumaron los granaderos del Regimiento Patricios y en forma espontánea, los caminantes empezaron a cantar canciones cuyanas, mientras se acercaban a la plaza. Allí, mientras al coro Villicum cantaba Aurora, la bandera fue doblada y depositada en manos de los intendentes del Gran San Juan, quienes al recibirla la besaron emocionados.

