Ni la lluvia ni el frío fueron impedimento para que la atada de carros tuviera un cierre a pura fiesta. Con los ponchos usados como paraguas o con los nilones puestos como techos de los carros, los 75 sulquis de distintas épocas llegaron ayer a la Difunta Correa para dar fin al 13er encuentro gaucho que comenzó el sábado a las 17. El cierre fue más rápido de lo previsto ya que el agua los tomó de sorpresa e hizo que apuraran los caballos.

“Nunca, en los años anteriores, nos afectó la lluvia y es un evento que no podíamos suspender, así que decidimos apurar a los carros para llegar antes de lo pensado”, dijo Mauro Storniolo, presidente de la Asociación Sanjuanina de Carros Antiguos (ASCA). Es por esto que llegaron una hora antes de lo previsto (el arribo estaba organizado para las 13). Pero a pesar que la constante lluvia dejó sus huellas en los caballos, que quedaron despeinados y totalmente agotados, todos los que participaron no dejaron de lado la alegría de compartir la tradicional velada.

Ya en la Difunta Correa los gauchos ataron sus caballos y taparon los carruajes con las carpas que habían usado para dormir el sábado en la noche en Caucete. Así, se apostaron para almorzar y brindar por el encuentro.

Este año, la clásica cita de los gauchos tuvo además de la lluvia, varios condimentos que hicieron que fuera un encuentro histórico. Es que por primera vez se organizó la atada de carros en dos jornadas (sábado y domingo), y también por primera vez tuvo el cierre en el paraje de Vallecito. Esta edición además fue un homenaje al Payo Matesevach, fallecido en julio pasado, quien era integrante de la ASCA.