Según relató una víctima, el grupo que integraba Bufano seleccionaba a sus víctimas entre empresarios que “pudieran pagar un rescate cuantioso”. Y luego de seleccionada la persona, la interceptaban en la calle a bordo de automóviles Ford Falcon con baliza en el techo, fuertemente armadas e identificándose como policías.
La víctima era traslada, vendada y esposada, en el piso del vehículo. Luego, en el lugar de detención, que iba cambiando, sometían a la persona a amenazas, golpes, interrogatorios y torturas mediante la aplicación de corriente eléctrica.
Lo que tenían en común también los secuestros era que hacían referencia a que las víctimas participaban del llamado “terrorismo económico” de aquella época. Y que los integrantes de la banda utilizaban jerga militar para comunicarse entre sí y que respondían a un superior.