Hace cuatro años que es policía y, si bien llegó en varios oportunidades a asistir a mujeres que estaban a punto de dar a luz, anoche le tocó recibir por primera vez a un bebé. “Traté de mantenerme calmada. Pero estaba preocupada. Por eso, cuando escuché llorar al bebé me invadió la emoción”, contó.
Anoche, la agente Débora Ortiz realizaba su tarea de rutina en el móvil Pocito 4. Allí recibieron una llamada urgente: una mujer estaba a punto de dar a luz en su vivienda de La Rinconada, casi en el límite con Carpintería, y la ambulancia no llegaba.
“Fue una mezcla de emociones, porque la mujer entró en labor de parto a las 17 y eran las 20,30 y la ambulancia no llegaba. Los vecinos estaban enojados y la familia, preocupada. Además, habían pasado 13 días de la fecha de parto estimada”, comentó la agente.
Cuando ella entró a la precaria vivienda encontró a Marta Videla, de 28 años, en su cama. De inmediato notó que ya no se podía esperar. “Yo soy mamá de dos nenas –de 2 y 8 años- y eso me ayudó a saber qué hacer. Traté de limpiar todo alrededor y le pedí que pujara. El bebé nació rápidamente, pero estaba medio moradito. Lo agarré, le limpié la cara, la nariz y la boquita y lo puse de costado sobre el regazo de su mamá”, relató Ortiz.
En ese momento, el bebé lloró, y la agente respiró. “Ahí me tranquilicé. Vi que estaba bien y me invadió la emoción. Toda la familia me agradeció y eso me reconfortó. Nuestro trabajo es muy criticado, pero la gente a veces no sabe que vivimos este tipo de cosas, que siempre intentamos ayudar”, reflexionó.
Minutos después del nacimiento llegó la ambulancia y la mamá y el recién nacido fueron trasladados al Hospital Rawson. Rodrigo pesó 4,400 kg y tanto él como su mamá se encuentran bien, según relató la policía. “No tuve oportunidad de comunicarme con la madre de nuevo, pero sí con el papá. Me dijo que los dos están muy bien, esperando el alta”, contó. Y agregó: “Fue una bendición de Dios”.