�El dolor de la muerte de su hijo de 4 años fue insuperable para esta mujer de 58 años que decidió buscar aliviar su pena consumiendo alcohol. Dijo que lo único que logró fue arruinar su vida y la de su hija. ‘Una noche me emborraché y me caí. Terminé con la cara lastimada y un pie fracturado. Ese golpe me hizo ver en qué me estaba convirtiendo. Mi hija me llevó a AA y me salvó la vida. Cuando siento ganas de tomar, las dos nos ponemos a rezar el Rosario. Eso me ayuda’, dijo la mujer.