-¿Qué sensaciones tuvo al conocer la Iglesia Catedral?

-No conocí la Catedral de San Juan hasta el momento en que comenzó la celebración de la misa en que yo asumía como obispo. Fue el 26 de mayo del año 2000. Me impresionó el edificio grande, un templo de líneas modernas. Realmente me sorprendí. Fue monseñor Di Stéfano el primero que me dio algunas explicaciones sobre esta iglesia matriz de San Juan. Me hizo notar los detalles de la puerta y también esas imágenes bisantinas que están en el fondo a modo de gran retablo. Las columnas me impresionaron y fui tomando conciencia de la construcción sismorresistente en San Juan, que es parte de la reconstrucción de la provincia.

-¿Cuáles fueron los momentos que más recuerda?

– Cuando fueron las exequias de monseñor Di Stéfano y de Juan Pablo II. Noté que la gente tenía mucho afecto por ellos. También recuerdo las primeras ordenaciones sacerdotales, la celebración de Corpus Christi, entre tantas que son parte de la vida y crecimiento de la iglesia.

-¿Cómo ve el futuro de la Catedral?

– La Iglesia Catedral de San Juan está cada vez más exigida de los servicios pastorales propios de una iglesia de esa naturaleza, ya sea por la cantidad de personas que la visitan. También por la atención pastoral de hospitales, sanatorios, enfermos, además de instituciones que tienen sus celebraciones.

Vamos a dar gracias en el próximo bicentenario, orando con fe por nuestra patria. Todos queremos una patria donde resulte digno vivir, una patria de hermanos, de paz, de seguridad, una patria sin excluidos, una patria donde percibamos ese espíritu de justicia, donde minimicemos los enfrentamientos y las ofensas.

– ¿Cuál es su mensaje navideño para los sanjuaninos?

– Preparemos una Navidad cristiana. Lo más importante es Jesucristo, Dios hecho hombre. No sé de dónde sale un viejito simpático vestido de rojo, que no tiene nada que ver con la Navidad. Lo importante es Jesucristo. Yo deseo que esta sea la mejor Navidad de la vida de todos, porque descubrimos que lo importante es Jesucristo, lo demás es absolutamente secundario.