Nacida como Flora Pizarnik, en 1936, fue protagonista de una infancia compleja que la marcó para siempre: como era hija de inmigrantes rusos y eslovacos hablaba el español con marcado acento europeo y tartamudeaba; además tenía graves problemas de acné y una marcada tendencia a subir de peso. Estas eventualidades la persiguieron por siempre, al punto de que la autopercepción de su cuerpo y su continua comparación con su hermana Myriam, la complicaron de manera obsesiva. Quizás esas fueron Las razones por Las que comenzó a ingerir anfetaminas -por Las que pronto desarrolló una fuerte adicción-, que le provocaban prolongados períodos con trastornos del sueño, euforia e insomnio. de todos modos, esto no la limitó para hacer cursos de literatura, pintura, periodismo y filosofía, aunque jamás tuvo un título.
Gran lectora y como consecuencia, una gran poetiza y escritora, interesada en develar en inconsciente y también el psicoanálisis. Los temas de sus escritos giraban en torno a la soledad, la infancia, el dolor y, sobre todo, la muerte.
El 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de un barbitúrico. En ese entonces estaba internada en un hospital psiquiátrico y dejó caduco su proyecto de escribir una novela.