‘No se suspende por nada‘, dijo José Cardozo, uno de los sacerdotes que tuvo a cargo la organización de la XXXVIII Peregrinación Arquidiocesana de Jóvenes. Y así fue: ni la baja temperatura ni la llovizna, que cayó por momentos, hizo que los chicos perdieran la alegría y el entusiasmo durante la caminata. Entre bailes y canciones le pusieron mucho calor a una mañana en la que el cielo estuvo cubierto de nubes y el aire frío parecía calar los huesos. Desde la organización dijeron que hubo más de 5.000 chicos presentes, que contagiaron felicidad a su paso. El festejo religioso terminó con una misa en el Complejo Ceferino Namucurá, de San Martín.

Con gorros, camperas y hasta usando las banderas como ponchos, los chicos coparon la plaza 25 de Mayo, desde antes de 8. Termos con agua caliente, mates y vasitos de café fueron algunos de los desayunos que sirvieron para comenzar la entrada en calor.

Antes de largar con la caminata, el entusiasmo de los jóvenes se volvió contagioso. Con canciones y bailes hicieron que la puerta de la Iglesia Catedral se convirtiera en el epicentro del festejo religioso y el frío empezó a perder protagonismo. Arrancaron la caminata pasada las 9, tras la bendición del arzobispo Alfonso Delgado. Mientras peregrinaron, los jóvenes hicieron sonar los tambores y redoblantes para que en cada esquina se escuchara su alegría. Así, con pelucas de colores, narices de payasos e identificados con bufandas o vinchas llamativas, los grupos de las distintas parroquias dejaron de lado los 4,4ºC (según el Servicio Meteorológico). A paso veloz y hasta compartiendo mates en el camino todos disfrutaron. Entre charlas los sacerdotes aprovecharon la caminata para aconsejar a los jóvenes. Pasado el mediodía compartieron el almuerzo y un descanso en el camping de San Martín. Después, siguieron caminando hasta el complejo Ceferino donde se celebró la misa.