La decisión de Darío Franco de modificar el dibujo táctico respecto del debut surtió su efecto. Es que con el 4-1-2-3 que paró de movida, San Martín se hizo fuerte en su idea de ganar la posesión del balón en el medio y darle juego a los puntas. Para lograr el objetivo pensando resultó vital la tarea de dos de los tres cinco como Andrés Alderete y Marcelo Scatolaro. Ezequiel Videla fue quien, nuevamente, no tuvo tanto el control del balón, pero igual contribuyó con su entrega y marca, en un partido especial para él debido a que el cordobés realizó las inferiores en el Canalla. Está claro que el mediocampo es la zona desde donde San Martín debe edificar sus buenas ideas. Pese a que jugaron juntos escasos minutos en los partidos de pretemporada, el tándem Alderete-Scatolaro da la sensación de conocerse desde hace bastante tiempo. El ex Gimnasia es el encargado de retrasarse más que el chileno a la hora de la contención e incluso llegar a convertirse en el quinto defensor, metiéndose entre medio de Grabinski y Melo. Otra función clave para el melenudo es a la hora de los relevos, que los hace con gran precisión. Por su lado, Scatolaro aportó ayer el toque de pausa necesario en un encuentro que se jugó casi siempre a mil revoluciones. Puso la pelota al piso y siempre buscó ser una alternativa de pase. Incluso se proyectó más que en el estreno de hace una semana, cuando fue él quien tuvo la misión de estar más contenido que Videla. Pese a no tener enganche definido, quedó claro que San Martín supo arreglárselas para generar volumen de juego. Le quitó prácticamente el balón a los rosarinos y por momentos llegó a silenciar esa marea de gente que sólo fue a ver una victoria de Central y debió conformarse con observar un empate que a la postre fue más que justo.
