Desorientados, alegres, asustados. En sus caras se pudo describir todas las emociones juntas. Para ellos, el tradicional desfile cívico militar de ayer por el 116to aniversario de Caucete fue todo un suceso. Inclusive las señoritas y las mamás que los acompañaban demostraron una cuota de nerviosismo. Inevitables fueron las correteadas, las filas desorganizadas y las urgencias naturales de estos niños de escasos 2 a 5 años. A tal punto que fue imposible sacarles algunas golosinas escondidas en los bolsillos de sus guardapolvos y hasta una mamadera desubicada lista con leche preparada para calmar el hambre de uno de los chiquitos.

Es que el desfile debía comenzar a las 10, cuando los niños ya estaban preparados para largar, pero empezó pasadas las 11:30. Y el hambre y la falta de concentración empezaron a ganar terreno dentro de la veintena de jardines que aguardaba.

De todos modos la espera valió la pena. A esa hora, la cantidad de espectadores se había multiplicado considerablemente. Lo que primero fue una multitud que llenó más de 300 metros de la Diagonal Sarmiento, luego ocupaba las veredas y bulevares de unos 600 metros. Y todos aplaudieron con energía a los pequeños.

Con cámaras de fotos y filmadores los familiares se pusieron en el medio de la calle o se pelearon por un lugar más privilegiado para la toma. Gritaron los nombres de sus niños y los saludaron con orgullo. Eso a pesar de que los chicos no entendían muy bien lo que pasaba y, si bien algunos iban concentrados manteniendo el ritmo de la marcha, la gran mayoría miraba desorientada desde su pista de desfile, en el centro de la calle, hacia los costados.

Fueron las mamás y las seños las que más trabajo tuvieron. A cada segundo tomaban la mano de uno y lo ubicaban en la fila, acomodaban a otro para que llevara la bandera y cuidaban que no se desarmara el grupo. Mientras tanto, sus niños eran los protagonistas de un desfile que fue una verdadera fiesta departamental y que duró más de dos horas.