‘Cuando pasó, sentí mucha paz y tranquilidad, además de un aroma a rosas. Fue mientras rezaba para evitar que se armara la guerra que iba a afectar la paz mundial y por todos aquellos niños que tienen hambre. Lloré sangre dos veces, la primera fue hace tres semanas, como a las 22,30; y la segunda fue el 22 de septiembre, como a las 5,45’, relató Fabricio Fernández, el hombre que afirma haber llorado lágrimas de sangre mientras oraba. Fabricio (32) es vecino del barrio Bardiani y se hace llamar Juan Pablo, por el cariño que le tiene al beato Juan Pablo II, a la vez que se considera un elegido de Dios.

‘Yo rezo todo el tiempo, especialmente por las mañanas. Hace tres semanas, cuando le rezaba a la Medalla Milagrosa, una voz me dijo que llevara la imagen de la Virgen que tengo en mi pieza y la pusiera en mi cama. Dormí tres noches con la imagen y en la tercera noche se produjo lo de las lágrimas de sangre. En un momento sentí como algo caliente en mis mejillas y cuando me toqué, vi que era sangre’, dijo el joven, que dio a conocer su caso en Canal 13.

‘Nunca tuve miedo y sólo le avisé a mi mamá. Llamamos a un servicio de ambulancia que estoy pagando y me dijeron que no tenía nada en los ojos. También llamamos al sacerdote de la parroquia de Trinidad, pero no pudo venir por un problema en su auto. Me hice un chequeo con el oculista y no me encontró nada. Me dicen que es un milagro’, relató.

Fabricio es papá soltero de un varón y en su habitación, que tiene algunas telas negras y blancas colgadas en las paredes, hay un pequeño templo con la imagen de la Virgen, una Biblia, flores, libros católicos y un equipo musical que repite ‘Hay ángeles de Dios’, una de las canciones más conocidas del Padre Mario.

‘Yo desde los 16 años que siento algunas manifestaciones, como predicciones. Cuando me pasó esto de las lágrimas me emocioné mucho y ahora quiero hablar con el Arzobispo para plantearle algunas cosas que siento. No me creo Jesús ni nada por el estilo, sólo creo que soy un elegido de Dios, pero más que nada un instrumento de Él que va a seguir lo que me tenga preparado’, confesó Fabricio, quien trabaja cuidando enfermos.

Fuentes del Arzobispado indicaron que conocían el caso porque la madre de Fabricio se comunicó telefónicamente hace unos días. Según informaron, desde el Arzobispado le pidieron a la mujer que en primera instancia se contactara con un sacerdote de la zona y le ofrecieron también una audiencia con monseñor Alfonso Delgado, pero que la mamá no aceptó, a la vez que tampoco dejó sus datos personales. Fabricio dijo que intentará comunicarse con Delgado más adelante.

El hombre que se sacó algunas fotos con su rostro ensangrentado por las lágrimas de color rojo es de hablar pausado y confesó que siempre estuvo vinculado a la Iglesia Católica, aunque no asiste a misas o visita los templos. Tiene colgado un gran crucifijo en su cuello y ahora lo acompaña una duda: ‘No sé por qué me tocó esto a mí’, señaló.