Alto, flaco, de pelo blanco y mirada aguda. Aparentaba menos años de los que tenía y hasta en sus últimos días, aunque estaba retirado, fue la fotografía su gran pasión. Durante casi 70 años puso su ojo en el objetivo para luego disparar y congelar un instante, un paisaje o un rostro. Ese fue Américo Carmona, que falleció el martes pasado por la noche, tras haber permanecido internado algunos días. Fue el primer fotógrafo sanjuanino en trascender las fronteras del país. Con más de 3.000 imágenes en su haber, muchos de sus paisajes hoy están en las paredes de edificios públicos, incluyendo la Casa de Gobierno. Américo falleció a los 89 años y fue sepultado ayer en el cementerio de 9 de Julio.
Vivó entre negativos y líquidos para revelar. Cuando las cámara digitales ya habían invadido el mercado, este fotógrafo siguió usando su máquina analógica. Se definió a sí mismo como un artesano de la fotografía. Es que en la década del ‘40 aprendió el oficio y fueron esos principios los que siguió utilizando durante toda su carrera. Sin embargo, lo que lo distinguió del resto fue el retoque fotográfico. Algo así como un photoshop artesanal. Es que Américo retocaba las fotos con pinceles y acuarelas y logra imágenes totalmente diferentes a las originales sin intervención de una computadora u otro sistema similar.
Así quedó retratado Don Leopoldo Bravo cuando cumplió sus 80 años.
Ese amor por las fotos lo llevaron ha recorrer ‘San Juan de pe a pa‘, tal cual el mismo lo relató a este medio.
A mediados de los ‘70, de la mano de su amigo Elio Noriega, viajó a México y se transformó en el fotógrafo de la Presidencia de ese país, un puesto que mantuvo casi 10 años hasta que regresó a San Juan. Allí tuvo la difícil misión de retocar las fotografías de los más altos funcionarios. Hasta sus últimos días, Américo mostró como un gran tesoro, aquellas fotos que había sacado a todo el gabinete que gobernaba México. En su larga trayectoria retrató un centenar de personalidades sanjuaninas, de distintos ámbitos como de la cultura, la política y las letras. Esas fotografías formaron parte de una exposición que montó en el Auditorio Juan Victoria en 2007.
A la fotografía se le sumó otra gran pasión: volar. Américo era piloto y fue uno de los pioneros en fotografía aérea de la provincia. Imágenes que trascendieron las fronteras. Además, sus locales de fotografía se extendieron por toda la provincia.

