Dos de ellas logran la puntualidad y aprovechan para charlar sobre sus hijos. La que llega más tarde pide disculpas. Mientras, recibe un mensaje de otra integrante que avisa que no podrá reunirse. “Lo que más nos cuesta es definir cuándo nos juntamos. Porque además de atender los negocios nos hacemos cargo de nuestras familias. Es complicado, pero juntas hemos logrado muchísimas cosas”, cuenta Milena Maidana, una de las integrantes del grupo Mujeres de la CAME. Ellas se fijan en todo. Convocan desde arquitectas que explican a las comerciantes cómo hacer las vidrieras más atractivas, hasta especialistas en comunicación, que ayudan a entender a cada cliente para saber cómo venderle. “Las mujeres nos centramos más en los detalles. Por ejemplo, armamos las vidrieras y después las vemos desde el lugar del cliente. Eso no es algo que hacen los hombres”, dice Laura de González, quien tiene una zapatería familiar. Y agrega “de todas maneras todavía hay gente que prefiere la atención masculina. En mi zapatería, la mayoría de las clientas busca que las atienda mi marido”. A pesar de las ventajas y desventajas del género, las mujeres unidas se sienten fuertes. “Lo que estamos logrando juntas es que no haya diferencias y que hombres y mujeres puedan estar al frente de un negocio por igual”, explicó Ana María Goldín.